Post Tenebras Lux

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sábado, 21 de noviembre de 2015

Marie Durand - "Me Resisto"

"En Francia en el siglo 17 fue arrestada por ser protestante. En la prisión le dijeron : Usted puede salir a cambio de una frase: "Yo renuncio". Y ella escribió en la pared de su celda: "Me Resisto"- John Piper

Desde hace mucho tiempo, tengo una inquietud por descubrir historias de mujeres que Dios usó. Conozco relatos y biografías de muchos evangelistas, hombres de Dios, valientes y llenos del Espíritu Santo, y tengo un deseo muy grande de presenciar esto algún día... Fue entonces en una de mis investigaciones, oí a Piper hablar sobre esta joven. Conocí un poco de su historia. He aquí ...

Marie Durand, nació el 15 de julio de 1711 y murió en 1776 en Bouchet Pranles (Ardèche), fue protestante. Ella tenía sólo 18 años cuando fue arrestada y puesta en prisión en la Torre de Constanza, en Aigues-Mortes. Hija de Stephen Durand, secretario consular y Claudine Gamonet.

Desde la revocación del Edicto de Nantes en 1685, el protestantismo fue prohibido en Francia. Aquellos que continuaban adorando al Señor en reuniones secretas fueron puestos en prisión. Marie de una familia notable de Vivarais, no vio a su madre desde los cuatro años. Ella fue enviada a prisión después de recibir una reunión ilegal en su casa.

Su pastor y hermano Pierre Durand, continuó persistiendo, hasta que el mayordomo en la ciudad de Bernage, al no comprender, lo entregó.

El cautiverio de Marie Durand duró 38 años. Encerrada con otras veinte mujeres de todas las edades y procedencias, ella vivió en medio de la pobreza, frío y hacinamiento. Atribuían la palabra "Resisto" a Marie, situada en una piedra saliente en el centro de la sala principal. Su condición para salir era decir "yo renuncio", pero ella pasó todos aquellos años diciendo "me resisto". Resistir es lo que Marie Durand hizo en todo su cautiverio, sin negar su fe , exhortando a sus compañeras y escribiendo muchas cartas de súplica y de agradecimiento a aquellos que enviaban alivio; cartas al Rev. Paul Rabaut Nimois responsable por cuidar de presos  y a su sobrina Anne hija de Peter.

En Enero de 1767, el Principe de Beauvau, gobernador de Languedoc, visitó la Torre, después de Mr. Canetta, teniente del rey en Aigues-Mortes, lo había alertado. El quedó consternado por la situación de las mujeres todavía presas. Como el ministro de Louis XV se opuso a ellas, Beauveau coloca su renuncia en la balanza. Así catorce mujeres fueron liberadas, una de ellas (Marie Robert) puesta en prisión hace 41 años. Marie Durand es liberada el 14 de abril de 1768; el 26 de diciembre  de 1768 las dos últimas prisioneras son liberadas.

Marie Durant  murió en su casa natal en  Bouchet de Pranles en 1776. El actual museo de Vivarais.

                                                                 (Torre de Constanza)




[*nota agregada]
Texto extraído do Wikipédia, traduzido do francês por : https://www.facebook.com/messages/TeologiaParaMulheres



jueves, 12 de noviembre de 2015

Para nuestros Niños: "El Don Gratuito de Dios" D. Kleyn


¿Has visto propagandas que prometen "¡Oferta gratis!"? A veces, nosotros recibimos propagandas por correo que anuncian "¡Gratis!". ¿Son, esas cosas, realmente gratis? Frecuentemente conseguís un artículo gratis únicamente si primero adquirís otra cosa, o necesitas pagar "flete". Tal vez hayas visto algunos jardines con alguna placa fijada donde se puede leer: "Gratis". Son cosas que los dueños no necesitan o no quieren más (1). Si vieras una propaganda que dijera "Ropa gratis" o "Juguetes gratis", ¿Qué pensarías? ¿Imaginarías que esa ropa o juguetes eran usados? ¿Presumirías que eran feos? Si supieras, con todo, que eran bonitos, nuevos en caja, cosas de valor... ¿correrías para conseguir alguno, o todavía quedarías pensando cuál era el trueque? En nuestra sociedad pocas cosas son gratis. Nosotros tenemos que comprar comida, ropa, material escolar, provisiones para la casa, y otras necesidades.
Pero, ahora, dirigí tu atención hacia la palabra de Dios. Allá nosotros leemos sobre la mayor oferta, el mayor Don que alguien ya dio: el Señor Jesucristo. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna"( Juan 3:16). Dios dio gratuitamente a su amado Hijo para salvación de pecadores en perdición. Sin embargo, a fin de dar a su pueblo el don de vida eterna, el Señor Jesús tuvo que sufrir y morir en su lugar. Cuán a menudo las personas dan sólo cuando ellas tienen mucho, o se deshacen de cosas que tienen poco valor para ellas, pero Dios no sólo dio a su Único Amado Hijo, sino que Él lo envió para pagar el terrible precio del pecado por personas que no merecen misericordia. Él fue azotado, maltratado y muerto de modo que Su pueblo pudiese ir libre. ¡Qué oferta increíble! ¿Podrías pensar que un don de eterno valor, gratis para todos, voluntariamente dado a tales miserables pecadores como nosotros, sería perseguido con entusiasmo por todos? Desgraciadamente, este no es el caso. Dios ofreció a los pecadores viles el don de Jesucristo, y nosotros lo despreciamos. ¿Quién sería tan insensato? ¿Cómo es eso posible? Eso es porque nosotros somos completamente depravados. Nosotros no estamos dispuestos a pedir por este indescriptible don porque somos pecadores por todos los lados. El don amoroso y glorioso del Padre Celestial es rechazado: ¿Él entonces destruye, a toda la humanidad, en justa ira? ¡No, sino más increíble todavía! Él envía Su Santo Espíritu para traer a Su pueblo de nuevo a sí mismo, de modo que ellos pidan por el Señor Jesucristo. ¿Qué harás sobre las las maravillosas noticias de este Don inestimable? ¿Rechazarías este precioso Salvador?, o, ¿lo buscarías? El Señor ordena en Su palabra que pidas por Él: "Así ha dicho Jehová el Señor: "Aún seré solicitado por la casa de Israel" (Ezequiel 36:37a). El Dios amoroso no sólo exige que pidamos por salvación, sino que Él promete responder nuestras oraciones. Jesús dice "(...) y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo" (Juan 14:13). ¡Gracias a Dios por su don inefable!
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(1) Esa es una práctica muy común en los Estados Unidos.
Traducción: Canuto Adriano y Celeste Ontivero. Revisión: Valentina Villamizar. Con permiso de Revista Os Puritanos año XII: Nº1: 2004..

lunes, 19 de octubre de 2015

"La Iglesia en el Antiguo Testamento- Parte 1" Pr. Paulo Brasil


"Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; y que recibió palabras de vida para darnos" Hch. 7:38

Me gustaría iniciar hablando de dos aspectos visualizados en este tema.

1)Anacronismo- Este tema es muy importante teniendo en vista las circunstancias que involucran a la Iglesia de hoy. Para muchos seria pensar en un anacronismo. O sea, usar un termino fuera de su época. Muchos dicen que la Iglesia es algo sólo del Nuevo Testamento. Siendo así, ¿Cómo podríamos hablar de Iglesia en el Antiguo Testamento? Bueno, en el medio reformado eso no sería un problema, sino en el medio no reformado ese es un problema muy serio teniendo en vista el entendimiento errado que muchos tienen al hacer una separación entre Iglesia y la nación de Israel. Estos tienen dificultad de encontrar el concepto de Iglesia en el Antiguo Testamento. Esa separación que se hace entre Israel y la Iglesia es algo extremadamente perjudicial para la visión y unidad de la Sagrada Escritura como un todo.
  Sin embargo, este tema es pertinente y no anacrónico, al contrario, es una expresión fundamental de la teología reformada y la expresión de su verdad. Por ser una teología del pacto ella no hace distinción entre Antiguo y Nuevo Testamento en lo que concierne a los conceptos esenciales, a los símbolos y a las ceremonias (abolidas en Cristo y por eso no practicadas hoy). Los conceptos esenciales de la Iglesia son vistos en el Antiguo Testamento y esperamos referirnos a ellos.

2) Este tema es pertinente. No es un anacronismo, pero algo que enfrentamos hoy. ¿Cómo nosotros tratamos con el Antiguo Testamento en la Iglesia? Hemos encontrado un gran problema con la predicación veterotestamentaria en nuestras iglesias. La predicación en el Antiguo Testamento, además de ser escasa por convicciones equivocadas, ella es moralista en su esencia; no es redentiva, no es regeneradora, sino simplemente una exposición moral. Se toma un texto del Antiguo Testamento para hablar sobre la condenación de determinados pecados y como debemos vivir con base a un padrón. Hoy no se ve en la predicación en el Antiguo Testamento la esencia de la naturaleza de Cristo y la obra de unidad que existe entre el Antiguo y Nuevo Testamento. Por eso, además de ser un tema de nuestros días, y no estamos usando nada fuera de su contexto, estamos usando un tema extremadamente pertinente.

  Seguramente los hermanos que tienen un entendimiento de Israel distinto de la Iglesia, rechazan rápidamente este asunto. Vamos oír lo que la palabra de Dios tiene para decir acerca de este asunto para que disfrutemos de estas maravillosas verdades redentivas reveladas de forma clara y esencial en el Antiguo Testamento.

El Tema
  ¿En qué lugar en la Escritura podemos afirmar que el pueblo del Antiguo Testamento es llamado Iglesia? Es interesante ver como los hermanos que tienen dificultad con este tema parten de una hermenéutica literalista y por eso equivocada. Si no tiene la palabra "iglesia" con referencia a Israel, entonces Israel no es iglesia, dicen ellos. Si no tiene la palabra "Israel" para iglesia, entonces iglesia no es el Israel de Dios. Estos hermanos dicen que hay necesidad de tener una expresión literal para que la tesis sea confirmada. Pero tenemos que ver la teología como un todo.  Viendo este principio teológico por el prisma de la unidad de la revelación, podemos abrir las Escrituras en un texto de Hechos 7:38- "Este Moisés es el que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida para darnos". La Palabra utilizada en el texto -congregación- literalmente es la palabra griega usada para "Iglesia" (eclesia). Lucas está diciendo aquí en el texto lo siguiente: "Este Moisés es el que estuvo en la 'iglesia' en el desierto". Es exactamente lo que Lucas está diciendo. El principio es que la iglesia involucra el pueblo que se congregaba en el Antiguo Testamento. Sabemos, a la luz del Nuevo Testamento, que la iglesia es formada por los electos de Dios, los escogidos del Señor antes de la fundación del mundo y ese pueblo electo por Dios es regenerado, justificado, santificado y vive una vida corporativa característica de un pueblo sacados de rumbos distintos hacia un camino común. El Nuevo Testamento nos da la visión muy clara de que los que pertenecen a la iglesia del Señor son aquellos que fueron salvos regenerados, santificados, convertidos. Si esto, entonces, es la esencia de la iglesia, que personas que fueron llamadas por Dios de la esclavitud del pecado hacia la libertad en Cristo, de la muerte a la vida para hacer la voluntad de Dios, tenemos que entender que en el Antiguo Testamento estas cosas también acontecían. ¿Será que sólo apelas la expresión, apenas el entendimiento veterotestamentario de la vocación como pueblo de Dios, sería suficiente para excluir la idea de que esta nación no era la nación que, escogida por Dios, fuera regenerada, convertida, justificada, santificada para andar en los caminos de Dios?¿Será que es una visión correcta afirmar que por el hecho de tener una nación especifica en el Antiguo Testamento (Israel) tenemos una iglesia distinta en el Nuevo Testamento donde pueblos de todas las razas están incluidos en el número de los electos? Caminemos hacia el siguiente entendimiento:

1)Tenemos que encontrar en el Antiguo Testamento y en la revelación general de las Escrituras la verdad establecida de que el pueblo del A.T creía en las mismas cosas que nosotros creemos hoy. En el mismo Dios y en las mismas verdades que creemos.

2) Tenemos que encontrar en el Antiguo Testamento, en toda la revelación del A.T que este pueblo, además de todo, no sólo creía como nosotros, sino que era un pueblo que esperaba en las mismas promesas que nosotros esperamos.

  Si no unimos estos, si no aceptamos y comprendemos esto, tendremos dificultades de creer que Israel es la Iglesia y que la Iglesia es Israel. A la luz de este principio partimos de esta dirección entendiendo la fe y la esperanza como algo común al Antiguo Testamento y al Nuevo Testamento.

 Antes de continuar, debemos dar una explicación. Vamos a citar algunos textos del Nuevo Testamento y muchos podrán pensar: ¿El hermano va a hablar de Iglesia en el Antiguo Testamento y, para eso, cita textos del Nuevo Testamento? Pero el mejor interprete de la Biblia es ella misma. Quien mejor interpreta el Antiguo Testamento es la propia Biblia. Si nos dirigimos al N.T para entender la interpretación del A.T es porque partimos del principio de que la verdadera interpretación del Antiguo Testamento está en el Nuevo Testamento.


Hebreos 11:1-3 y 8

"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía". (vss.1-3)

Tenemos aquí un concepto neotestamentario de fe. En el v.1 tenemos un paralelismo sinónimo. Paralelismo es una característica de la lengua hebrea. Recordamos, sin embargo, que los autores del Nuevo Testamento eran judíos en su mayoría y su estructura en la escritura era obviamente judaica. Incluso escribiendo en griego, el pensamiento era judaico como su escritura. Por eso tenemos este paralelismo que es una forma de decir la misma verdad de forma diferente. ¿Qué es la fe? "Fe es la certeza de lo que se espera". ¿Qué más es la fe? "La convicción de lo que no se ve". ¿Qué es sinónimo aquí? Aquí "certeza" es sinónimo de "convicción"; "cosas que se esperan" es sinónimo de "hechos que no se ven" La fe esta firme no en dudas, sino en certezas, pero no en aquello que se ve. ¡Impresionante! Hasta porque la propia raíz de la "fe", en lengua hebrea, se origina de una palabra que en su base, en su múltiple utilización como palabra de una lengua, trae la idea de verdad, firmeza, como un árbol bien plantado no vacila. En hebreo la palabra "aman" de donde proviene la palabra "-Emunah" que es "fe" o "fidelidad" y que viene de la misma raíz, tienen un sentido de algo que está bien arraigado no vacila.
   La palabra "fe" usada en el Antiguo Testamento es usada ahora en el Nuevo Testamento como aquello que no vacila y la convicción de cosas que no podemos ver. Aquí está la gran paradoja. ¡Percibimos que estamos delante de una gran verdad! El autor de la carta a los hebreos nos da el concepto de fe. Pero de modo interesante el autor recurre a la creación para establecer el parámetro de lo que podemos entender como fe y recurre a personajes del Antiguo Testamento. Comienza hablando de Abel y discurre para poder decir que la fe es la exacta convicción de aquello que no podemos ver. El dice que "Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio...". Se establece, entonces, un principio de que Abel ya esperaba algo que no veía, pero sabía de su existencia. Nos parece que es este el principio por el hecho de que en los vss. 8-10 de este capítulo va a ser también así denominado. Está escrito: "Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la cuidad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (He. 11:8-10). Fue dada a Abraham la promesa de entrar en una tierra llamada "prometida", no era, en la visión de Abraham, el fin para el cual estaban determinadas todas las cosas. ¿Por qué? Porque según el texto el aguardaba la cuidad que Dios le había edificado pero alguien podría afirmar que en el texto no hay nada diciendo que la palabra "cuidad" se refiere a una ciudad celestial y que bien podría estar refiriéndose a Jerusalén,la ciudad santa. Si alguien no se convence con estos versículos debemos mirar más adelante.

"Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra" (vss.11-13).

Vamos a ver que "estos murieron en la fe", o sea, murieron creyendo "sin haber obtenido la promesa".

"Sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad". (vss.13b-16).

  La palabra ciudad usada en el texto es traída de vuelta. Ciudad aquí es sinónimo de patria celestial. Percibimos que cuando estos personajes del Antiguo Testamento eran llamados por Dios, sus vocaciones no eran para algo estrictamente terreno, sino para algo superior. La propia tierra de Israel nunca fue un fin en sí mismo. Esta apenas tipificaba la patria celestial. Según las palabras del autor de la carta a los Hebreos, cuando el trata en el capítulo 4 cerca del día del Señor, del día de descanso que Dios había dado a ellos; porque si fuera no hablaría de "otro día"_"Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día" (He. 4:8).Y en el v.9 leemos: "Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios". Aquella ciudad tipificaba la entrada en la patria celestial. Abraham llamado por Dios ya creía y aguardaba, según el autor a los Hebreos, una patria superior a la tierra prometida, pues esta era sólo un tipo y no un fin en sí mismo. Debemos recordar el concepto establecido por el autor de la carta a los Hebreos "la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". Existe fe y esperanza establecidas en el Antiguo Testamento. Los llamados y dirigido por Dios esperaban lo mismo que nosotros esperamos: la patria celestial, la nueva Jerusalén. La idea actual de que, para la nación judaica la tierra de palestina fue puesta como propósito final, es equivocada a la luz de toda la Sagrada Escritura. Porque para los hijos de Abraham, los habían creído como Abraham creyó, ellos aguardaban una patria celestial, la nueva Jerusalén, la ciudad santa. En el Antiguo Testamento la fe estaba establecida, los creyentes no veían, sino esperaban.

  Abraham creyó en la resurrección de los muertos. Los críticos modernos afirman que la doctrina de la resurrección no está establecida en el Antiguo Testamento. Nos parece que esto es un gran error porque, cuando Jesús fue cuestionado por los saduceos, en el Evangelio de Mateo, el Señor les dio una respuesta. El texto nos habla:

Jesús respondió claramente:
"Entonces respondiendo Jesús , les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos" (Mt. 22:29-32).

  Jesús habla basado en el texto del Antiguo Testamento cuando dice que Dios es Dios de vivos y no de muertos. El dice: "Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y Jacob". Jesús responde a la cuestión de los saduceos, que eran contrarios a la resurrección, citando el Antiguo Testamento. Seguramente que Abraham, Isaac y Jacob estaban muertos en la época de Cristo. ¿Por qué Jesús dice que Dios es Dios de vivos y no de muertos? Porque ellos están vivos. Jesús dijo a Marta: "El que cree en mí, aunque este muerto, vivirá" (Jn. 11:25). Es la misma fe establecida en el Antiguo Testamento. La fe en la resurrección es establecida en Génesis en el capítulo 22. Dios prueba a Abraham:

"Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. (Gn. 22:1-5)

  Estas palabras no eran de alguien que deseaba calmar a los siervos desesperados con la posibilidad de la muerte de Isaac, porque ellos sabían lo que estaba sucediendo. Pero Abraham dice a los siervos "yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros". Tenemos que atender a las palabras "adoraremos, y volveremos" Veamos el plural: ¡Nosotros volveremos! El no dice, yo volveré. ¿Qué significa eso? El creía que si el muchacho muriese Dios lo iría a resucitar. ¿De donde sacamos esto? Volviendo a Hebreos 11, veremos claramente esta verdad.

Hebreos 11: 17-19

"Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, el sentido figurado, también le volvió a recibir".

   Abraham creyó que Isaac iría a resucitar. Es una convicción de aquello que no vemos, es la certeza de aquello que nuestros ojos no ven, ¡pero es la certeza! Nunca vimos a nadie resucitar, pero creemos en la resurrección de los muertos. El mismo principio se aplica a Abraham. El nunca había visto a nadie resucitar, pero creía en la resurrección. La Iglesia en el Antiguo Testamento creía y estaba fundamentada en los mismos pilares que se fundamenta la Iglesia del Nuevo Testamento. ¡Nosotros creemos y esperamos en aquello que no vemos!

   Ese principio de la fe necesita entenderse mejor. ¿Cómo surgía la fe en el Antiguo Testamento? Tenemos que mencionar ahora una doctrina perniciosa presente en la iglesia de hoy. El dispensacionalismo. A través de la tradición dispensacionalista tendremos una profunda dificultad de mirar hacia el Antiguo Testamento y ver la conversión de la misma forma como la vemos en el Nuevo testamento. Para el dispensacionalismo el hombre del Antiguo Testamento tenía una estructura diferente del hombre en el Nuevo Testamento. ¿Si el hombre del A.T pudiera arrepentirse sin la acción del Espíritu Santo, entonces para que el Pentecostes? No había necesidad de Espíritu Santo, pues el arrepentimiento sería algo humano. Es obvio que toda y cualquier acción de carácter regenerativo, salvífico, era operado por el Espíritu Santo de Dios para que ellos creyeran.

  Volviendo al texto que habla de Abel en Hebreos 11:4, vemos que el ofreció sacrificio a Dios por la fe. Si entendemos que el sacrificio ofrecido por Abel fue a través de una fe distinta, diferente, no siendo por lo que le fue revelado, entonces, similarmente tendremos que entender que la fe de Abraham no fue depositada en lo que le fue revelado. Pero en el texto dice que Abraham creyó. La misma fe que Abraham tuvo es la misma que Abel tuvo. Es la misma estructura. Y todos los electos tienen la misma fe que es la misma fe del pueblo de Dios en la historia, en el A.T o en el N.T. Fe implica una revelación de Dios. Sólo podemos creer en aquello que nos es revelado por la Palabra de Dios.

En Hebreos 4:1-3, leemos:

"Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros nos ha anunciado la buena nueva como a ellos. Pero no les aprovechó oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo...".

En el v.2 destacamos: ¡"Porque también a nosotros nos ha anunciado la buena nueva". "También a nosotros"! ¿Quiénes son "nosotros" aquí? Son los creyentes de la antigua alianza , los creyentes del Antiguo Testamento. De la misma forma como sucedió con nosotros, sucedió con ellos. A ellos fueron anunciadas las ¡BUENAS NUEVAS! ¡EL EVANGELIO!¡Que cosa maravillosa! El evangelio, las Buenas Nuevas, fueron anunciadas a los creyentes de la antigua alianza.
   Es necesario un comentario. ¿Cuál es la distinción del Nuevo con Antiguo Testamento? No hay distinción esencial, pero hay distinción de la relación entre aquello que es figura, entre aquello que es símbolo y lo que es simbolizado; entre lo que es tipo y lo que es tipificado. Los creyentes del Antiguo Testamento eran salvos por la revelación de Dios, objetiva y subjetiva (iluminación) vemos eso con el gran teólogo reformado Dr. Geerhardus Vos en su libro de teología Bíblica (Biblical Theology) que es un libro extraordinario. Dr Vos coloca el principio de la revelación así: La revelación es objetiva y subjetiva ...

continúa



Traducción : Adriano Canuto y Celeste Ontivero . Con permiso de Projeto Os Puritanos  (Revista Os puritanos ano xiv: nº III: 2006, p.3 )









viernes, 9 de octubre de 2015

"Nuestro Espíritu en la Cena del Señor" J.M.Brentnall



La cena del Señor es una preciosa ordenanza del Evangelio. En ella nosotros podemos tener la señal más clara, por la fe, de la muerte de nuestro Salvador, de su amor, de nuestro pacto con Dios, y de nuestra unidad unos con otros. Como "apunta" a Cristo crucificado "ante" nuestros ojos a través de señales visibles, ella nos invita a alimentarnos por la fe en Su "cuerpo inmolado" y su sangre vertida. Como la Cena revela Su amor para con nosotros, ella nos llama a creer en el amor que Él tiene para con nosotros y a amarlo en respuesta. Como la Cena sella en nosotros las bendiciones del pacto de la gracia, ella nos invita a confirmar nuestra fe en el Dios del Pacto a través de Su mediador. Como ella expresa nuestra unidad unos con otros, también nos invita a probar que tenemos aquella fe que opera por amor.

Como la Cena del Señor es la comunión del cuerpo y de la sangre de nuestro Salvador, ella nos muestra nuestra inexpresable deuda con Él, y ¿qué más podía él habernos dado para nosotros y nuestra salvación que a sí mismo? Por lo tanto, cuando nosotros participamos de los símbolos materiales que representan para nosotros Su cuerpo "inmolado" y su "sangre vertida", nosotros lo recibimos espiritualmente como realmente siendo entregado para nosotros. Vaciándonos de nosotros mismos y lo recibimos en nuestros corazones como una novia recién casada recibiendo a su novio. Debemos ejercitarnos en este sacramento como desearíamos ser hallados cuando Cristo venga a encontrarnos en la muerte. Meditando en Él y en Su sufrimiento por nosotros, nuestro deseo por Su presencia nos llevaría hacia tal comunión con Él que estaríamos felices por morir en Su mesa, Algunos dentro de Su pueblo conocen esto experimentalmente. Seguramente no participamos dignamente a menos que realmente demos la bienvenida y recibamos a Cristo dentro de lo "más" íntimo de nuestros corazones. Este es el acto de fe de recibirlo.

La Cena del Señor también sirve para mostrarnos Su amor (en morir) hasta que él vuelva. Esto, por lo tanto, nos llama a creer en esto y amarlo como respuesta. Así como él se entregó y continua entregándose por nosotros, entonces debemos entregarnos por y para Él. Nuestro acto de recibirlo implica entregarnos a El. Preocupados con su maravilloso amor hacia nosotros, simbolizando en los elementos materiales delante de nosotros, nos rendimos nuevamente a Él y nos sometemos una vez más para ser de Él y no de otro. Recibimos infinitamente más de lo que nosotros podemos siempre dar. Nos colocamos a Sus cuidados como el único que esta perfectamente habilitado para prepararnos la morada de Su Padre. Esto es fe: darnos a Él.

Sellando para nosotros las bendiciones del Pacto de la gracia, la Cena del Señor nos recuerdo que Dios hizo un pacto con nosotros, y que dentro de ese pacto Él colocó a Cristo, y que en Cristo Él colocó todas las bendiciones de la Salvación. El sacramento de la Cena es el sello de Dios para las promesas de Su misericordioso pacto, y nuestra fe en recibir este sacramento, es nuestro sello para aquellas mismas promesas. Participando de la Cena del Señor, entre tanto, nosotros ratificamos el Pacto de la Gracia, confiando que todos sus términos deben ser confirmados para nosotros y realizados en nosotros. Lo que es primero un compromiso de parte de Dios y después un compromiso de nuestra parte, ahora se hace un contrato mutuo. Las promesas de Dios y nuestra fe se encuentra en la Cena, y el sello de Dios y nuestro sello se combinan. Cuando nosotros participamos por la fe, el sello del pacto se hace uno, significando que Cristo es nuestro y nosotros somos suyos para siempre.

Por ser el Pacto de la gracia un pacto eterno, ordenado en todas las cosas y seguro, ninguno de sus sellos puede ser roto. Al respecto, nuestros renovados actos de fe en el sacramento se hacen medios de confirmación, fortalecimiento y nos asegura la fidelidad del pacto de nuestro Dios.

Por último, como un alimento comunitario, la cena del Señor expresa tanto la unidad interior y exterior del pueblo de Dios. Ellos se reúnen delante de la mesa de su Eterno Padre como sus hijos en relación hacia Él, y como hermanos y hermanas en relación unos con otros.

Esta es la razón porque ellos fueron llamados en los términos más solemnes, para sepultar cualquier tipo de rencor y ser reconciliados unos con otros antes de que participar del sacramento, yo conozco dos mujeres cuya enemistad fue llevada a la mesa con ellas durante 10 años, y esta enemistad no fue rota hasta que este aspecto se les resaltó. ¿Cómo podríamos amarnos unos a otros con un corazón fervorosamente puro mientras practicamos tal hipocresía?¿Cómo podremos obedecer el mandamiento: "vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro (Col. 3:12-13) Si ignoramos el mensaje evidente de los elementos que están delante de nosotros- ¿De la manera que Cristo os perdonó, así también hacéis vosotros? Solamente a través del autoexamen y de la adecuada reparación cuando descubrimos que culpados de falta de amor hacia los hermanos en Cristo, así podremos ser conducidos a participar de la cena como deberíamos.

Queridos amigos, ¿Somos participantes indignos de la Cena del Señor?¿Nosotros invitamos a Cristo en nuestros corazones todas las veces que participamos? Nuevamente nos rendimos y nos comprometemos con Él cuando conmemoramos su muerte por nosotros? ¿Colocamos nuestro sello en el sello de Dios  y confirmamos nuevamente que por Su gracia Él será nuestro Dios y nosotros seremos Su pueblo? ¿Nos reunimos alrededor de Su mesa como hijos amados de la misma familia? ¡Cuán bendecida será nuestra comunión si eso fuese así! ¡Que preludio del cielo sería para nosotros cuando nos sentáramos en Su mesa!.


Rev. J.M.Brentnall es editor de la Paz y Verdad ( extraído de The Banner of Sobereing Grace truth- Octover/ 2003, vol. II, nº 8)

Traducción : Adriano Canuto y Celeste Ontivero, con permiso de Projeto os Puritanos  Revista : AnoXII :nº2: 2004

jueves, 1 de octubre de 2015

Meditaciones de Martin Lutero



CADA CUAL AME Y HONRE A SU CÓNYUGE 

Efesios 5:31-33

"Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido" (v.33)

Ni de lejos llegamos a un amor tal como ese, porque, como se dice, es demasiado sublime y grandioso. Y así como el matrimonio terrenal es pequeño, también el amor que existe en el es pequeño en comparación con el matrimonio celestial. Tenemos que contentarnos en seguir ese ejemplo y vivir de acuerdo con el modelo de ese matrimonio, de modo que en el estado matrimonial, cada uno se disponga a poner en práctica y demostrar su amor por su novia o esposa. Y si hubiese en ella algún defecto o falla, que el no considere esto a mal, sino use el sentido común, diciendo: ¿Cómo debo proceder? Ella es mi novia. A esta altura necesito en la medida de lo posible atenuar, purificar, embellecer, mejorar y en este pequeño matrimonio demostrar el pequeño amor, como Cristo muestra su gran e indecible amor por su novia, la iglesia, de quien también soy miembro.

Además, en el estado matrimonial compete también a la mujer, no solamente amar a su marido, sino también ser obediente y sumisa, imitando el ejemplo de la unión Cristo-iglesia y pensando así: "Mi marido es imagen del verdadero Dios y gran cabeza Cristo, por amor de quien voy a respetarlo y hacer lo que le agrada".

De forma similar, el marido, a su vez debe amar a su esposa de todo corazón, por causa del gran amor que ve en Cristo, diciendo así: "Ni yo ni nadie jamás amó así. Por eso según el ejemplo de Cristo, quiero, en la medida de mis capacidades amar a mi esposa como a mi propia carne, cuidando, alimentando y sirviéndola, evitando ser rudo y excéntrico con ella. Al contrario, si ella no fuese perfecta y comete alguna falta, voy a usar del sentido común y tener paciencia." Ese entonces dejaría de ser un matrimonio terrenal, humano o racional para ser un matrimonio cristiano, divino, desconocido para los paganos. Porque estos no perciben la gran gloria y honra del matrimonio, que se trata de una imagen de la sublime unión espiritual de Cristo. Por eso nos corresponde a nosotros los cristianos  honrar y exaltar mucho más este estado, porque sabemos y conocemos el esplendor y la gloria concedido a este estado.


Fuente: COMISSÃO INTERLUTERANA DE LITERATURA (CIL)  http://www.lutero.com.br/novo/vida_de_lutero_como_pregou2.php?id=22

Traducción: Adriano Canuto y Celeste Ontivero
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martes, 29 de septiembre de 2015

"Para Nuestros Niños"- Joel Beeke y Heidi Boorsma



"Ninguno puede servir a dos señores" (Mateo 6:24 a)

Cierta vez, el Señor Jesús contó una historia sobre un joven rico. Este joven rico vino a Jesús preguntando lo que debía hacer para tener seguridad de que iría al cielo. Jesús le dijo que el debía guardar los diez mandamientos. El joven rico respondió: "He guardado los mandamientos desde mi juventud". Niños, ¿Ustedes saben quién fue la única persona aquí en la tierra que guardó los diez mandamientos perfectamente?
Jesús habló al joven rico que el debería entonces vender todo lo que tenía y dar el dinero a las personas pobres a su alrededor. Pero el joven rico tenía un problema. El amaba mucho todas las cosas que el poseía. Ciertamente el poseía muchas cosas buenas, porque leemos en la Biblia que el era rico. Jesús estaba investigando el corazón del joven para ver aquello que el amaba más : ¿o sus bienes materiales o a Jesús, el Señor de los cielos? Leemos en la Biblia que el joven se fue triste. El quería el don del cielo, pero no quería al dador de aquel don, Jesucristo.
Niños y niñas, nadie puede servir a dos señores. No podemos dar nuestro corazón a ambos: a Dios y al mundo. Este joven rico servía al mundo y amaba las cosas de este mundo. Las riquezas tenían el primer lugar en su corazón, por eso, el no podía dar su corazón a Dios. Las riquezas eran sus ídolos, los cuales el amaba más que a Dios, su Creador. Dios dice en su Palabra: "Hijo mío, dame tu corazón".
¿Cómo te sentirías, si tus queridos padres dieran mucho tiempo y amor a las cosas que ellos poseen, y nunca te dieran a ti amor o atención? ¿Te sentirías muy triste, no es así? Dios es nuestro Creador. El es el Padre de todas sus Criaturas. El desea que nosotros lo amemos y le sirvamos con todo nuestro corazón. ¿Vas a pedir entonces a Dios que te de gracia para amarlo más que a cualquier persona o cualquier cosa en esta vida?.

Extraído del libro, ABC de Dios para la vida, Knox Publicações PP34-35 (portugués)

Traducción : Adriano Canuto y Celeste Ontivero con permiso de Projeto Os puritanos 
Revista Os Puritanos Ano XVII: Nº1: 2009 p.18!

miércoles, 23 de septiembre de 2015

"La Diferencia entre la Mortificación Legalista y la Mortificación Evangélica" Ralph Erskine (1685- 1752)


1) La mortificación legalista y evangélica difieren en la procedencia de sus principios. La mortificación evangélica procede de principios evangélicos, del Espíritu de Dios (Ro. 8:13), "...mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis"; de la fe en Cristo (Hch.15:9), "...purificando por la fe sus corazones"; la constricción del amor de Cristo (IICo.5:14) "el amor de Cristo nos constriñe". Pero la mortificación legalista viene de principios legales como aplausos y alabanzas de los hombres, como los Fariseos; viene del orgullo y de la justicia propia, como Pablo antes de la conversión; del miedo al infierno; de la conciencia; del ejemplo de otros; de emociones comunes del Espíritu, y muchas veces del propio poder del pecado, cuando un pecado es colocado en lucha contra otro, como cuando la sensualidad y la justicia propia son puestas una contra otra. Tal vez, alguien no beba ni jure ¿Por qué? Porque está estableciendo justicia por sí mismo y por donde pueda obtener el favor de Dios; así tenemos un pecado luchando con otro.

2) Estos difieren en las armas que usan para combatir el pecado. El creyente verdadero lucha con las armas de la gracia, que son la sangre de Cristo, La Palabra de Dios, las promesas de la Alianza y las virtudes de la Cruz y muerte de Cristo (Gá.6:14) "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí y yo al mundo". Pero el hombre bajo la ley lucha contra el pecado por las promesas y amenazas de la ley; el dice: "Por sus promesas: yo voy a obtener vida,y ganar el cielo, así espero hacer esto y más aún. Por sus amenazas dice: yo voy hacia el infierno y a ser condenado, sino hiciere esto y aquello. A veces el lucha con las armas de sus propios votos y resoluciones, que son su torre fuerte, hacia donde ve refugio pensando encontrar seguridad.

3)Estos difieren en el objetivo de la mortificación: Ambos sin duda buscan mortificar el pecado, pero el objetivo legalista es más específicamente los pecados externos, mientras que el verdadero creyente desea luchar como los Sirios recibían sus ordenes, que era, " ni contra pequeño ni contra grande, sino solamente contra el rey" esto es, contra la corrupción original. El cuerpo del pecado y de la muerte  perturba más que cualquier otro pecado en el mundo."¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Ro.7:24) Su gran esfuerzo es ver la simiente de la mujer aplastando la cabeza de la serpiente.

4)Estos difieren en las razones de contexto. El creyente, a quien la gracia enseña a negar toda impiedad, lucha contra el pecado porque el deshonra a Dios, se opone a Cristo,entristece el Espíritu y hace una separación entre él y su Señor. Pero el legalista lucha contra el pecado, porque quita su paz, perturba su conciencia y lo maltrata, además de traer ira y juicio sobre el, Los niños pueden no jugar en el polvo, no porque este ensucia la ropa, sino porque cae en los ojos y les incomoda; así los legalistas no quieren entrometerse con el pecado, no porque compromete las perfecciones de Dios y ensucia sus almas, sino solo porque los perjudica. No lo voy a negar, pero se que hay muchas de estas motivaciones incluso entre los piadosos.

5) Estos difieren en las motivaciones y fines. El creyente no sirve al pecado porque el está vivo para Dios y muerto para el mundo (Ro.6:6) El legalista abandona el pecado no porque el este vivo, sino para que pueda vivir. El creyente mortifica el pecado porque Dios lo ama; pero el legalista, para que Dios pueda amarle. El creyente mortifica el pecado, porque Dios fue reconciliado con el; el legalista mortifica para pacificar a Dios por medio de la mortificación. El puede conseguirlo por un tiempo, pero aún así será para conseguir llegar a la gloria, haciendo de su propio esfuerzo todo el fundamento de su esperanza y consuelo.

6) Estos difieren en la forma de mortificar. El legalista no se opone al pecado violentamente buscando su destrucción final; si el puede tener el pecado sometido, no buscará apuñalarlo ; pero el creyente, por naturaleza tiene como principio odiar el pecado,el lucha no solamente para verlo debilitado, sino para extirparlo. La "disputa" es irreconciliable; no hay términos de acomodo o acuerdo, ninguna tregua es permitida, como sucede con los hipócritas.

7)Estos difieren en extensión y alcance de la lucha. No solo objetivamente el creyente odia cada camino falso, sino también subjetivamente; todas las facultades del alma del creyente, cada parte del ser de un regenerado es contra el pecado. No es así con el hipócrita o legalista; el evita un pecado u otro, pero su oposición al pecado se encuentra en la conciencia; a la luz de su conciencia se opone a tal pecado, pero su corazón lo aprueba. Hay también una diferencia en cuanto al tiempo; mientra la oposición legalista al pecado es de corta duración , en el creyente es hasta el fin; gracia y corrupción siempre se oponen

8)Estos difieren acerca de su éxito. Todo creyente que lucha contra el pecado, tarde o temprano prevalecerá. Aunque no siempre acertando, a veces perdiendo una batalla, pero al final el gana la guerra, pero el legalista, a pesar de todo esfuerzo que hace, realmente nunca alcanza algún progreso. Tal vez someta algún pecado actual, pero la naturaleza corrupta nunca cambia; no logra un nuevo corazón: su dura cerviz, que se opone a Dios, nunca es quebrada; y cuando consigue vencer algún pecado, otro peor asoma su cabeza. En verdad, todo pecado y polución que cada fariseo abandona, y todo bien que cada uno de ellos realiza, los hace mas orgullosos y fortalece aún mas los prejuicios incrédulos  contra Cristo, y esto se constituye el mayor y mas peligroso de los pecados.

Así ustedes pueden ver la diferencia entre la mortificación legalista y la evangélica y probar cada uno en si mismo.


Revista "Os Puritanos" (en portugues) AñoXVI:Nº1,2008, p30
Traducción: Adriano Canuto y Celeste Ontivero con permiso de Revista Os Puritanos

martes, 22 de septiembre de 2015

"La Santa Cena No Es Un Sacrificio" - Manoel Canuto




La doctrina Romana afirma que la Misa es un sacrificio idéntico al sacrificio de la Cruz (Catecismo de la Doctrina Cristiana- Católica Romana, pregunta 278). Afirma aún que es así porque Cristo, que se ofreció como víctima en el Calvario para Su Padre Celestial, se continúa ofreciendo de un modo incruento sobre el altar, cuando los sacerdotes católicos ministran la eucaristía. De esta forma la Iglesia Romana defiende que la misa es una continuación del sacrificio realizado por Cristo en la Cruz del calvario. De esta forma los romanos defienden que Cristo es crucificado de nuevo muchas, muchas veces. La diferencia seria que este acto hoy es sin derramamiento de sangre.

Afirman todavía que este supuesto sacrificio es tan eficaz para quitar el pecado del pueblo como fue el sacrificio de Cristo en el Calvario. Entonces, cada vez que una misa es celebrada, diariamente y millares de veces en todo el mundo católico, Cristo estaría siendo sacrificado y ofrecido repetidamente como expiación de los pecados del pueblo.

Si esto fuese verdad, la misa deja de ser un memorial, para ser un ritual en que el pan y el vino son transformados literalmente en la carne y sangre de Cristo- sería un sacrificio verdadero. Esto es rechazar la enseñanza de la Biblia que afirma que Cristo realizó un único y suficiente sacrificio al morir por Su pueblo:

"Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora , en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan" (Hebreos 9:24-38)

El Catolicismo Romano afirma que en el sacrificio de la misa, el sacerdote, que celebra el acto, se hace un "Alter Chistus", esto es "Otro Cristo", pues está sacrificando a Cristo en el altar y presentándolo como el salvador de las personas que participan del acto y librando las almas que están en el purgatorio. Es decir, el Cristo que esta en la hostia ( el pan consagrado y que faltando a la verdad, fue transformado en el cuerpo real de Cristo), esta verdaderamente sobre el altar y que los sacerdotes romanos lo tienen en su poder y en sus manos.

Nosotros, los cristianos creemos que todo eso es un sacrificio mentiroso y abominable a los ojos de Dios pues nunca puede ser el mismo sacrificio que el Señor Jesús realizó en el Calvario para remisión de los pecados de su pueblo. En la misa no hay ningún Cristo real, ni sufrimiento vicario y ni sangre derramada. Si no hay sangre derramada no hay remisión de pecados: "sin derramamiento de sangre no se hace remisión"(Hebreos 9:22). La misa en este punto es un desastre teológico, una monstruosidad doctrinaria y practica.

¿Qué piensan los reformadores con respecto a esta cuestión? Defendemos que la Misa es un acto idólatra y que la Cena del Señor siempre fue presentada en las Escrituras como una ordenanza y no como un sacrificio, siempre fue presentada como un memorial y no como un ritual perenne. Además de eso, Dios habla en todo el libro de Levítico que una ofrenda por el pecado no debía ser nunca una comida ni la sangre de animales y mucho menos la sangre humana era ingerida. El hecho de que en la Cena del Señor los elementos son comidos, es prueba clara que jamas esta Cena puede ser considerada como un sacrificio- es una celebración de una ordenanza, es un memorial.

Este número aborda la cuestión de la Santa Cena y trata de un aspecto importante, pero  descuidado en las iglesias históricas y reformadas de hoy. ¿Quién debe participar de la Santa Cena? Nuestro propósito es llamar la atención hacia nuestros orígenes reformados como a la importancia, seriedad, pureza y unidad en la ministración de la Cena del Señor. Nuestro deseo es rever la responsabilidad de los presbíteros, del liderazgo, en la celebración de este sacramento instituido por Cristo: La Santa Cena del Señor. Pero advertimos de los peligros de los excesos posibles que podrían suceder cuando se desea el celo en la casa de Dios. "no pensar más de lo que está escrito" (1Corintios 4:6 ).
Que esta revista traiga refrigerio a los lectores, pero también nos impuse a pensar mas en la importancia de la Santa Cena, tan descuidada hoy por el pueblo y por el liderazgo eclesiástico.
Buena Lectura!

Traducción del portugués : Adriano Canuto y Celeste Ontivero. Con permiso de Revista Os Puritanos
(Ano XIV:Nº2:2006 , P1, "A Mesa é do Senhor"Uma Ordenança Negligenciada. )

*Imagen: Juan Calvino negando la Cena a los libertinos.








lunes, 21 de septiembre de 2015

El Templo y la Adoración - Manoel Canuto

Los cristianos siempre enfatizan la importancia de vivir para adorar a Dios. Este es el fin principal del hombre. Las iglesias olvidan esta verdad cuando colocan las misiones como objetivo principal de la Iglesia. Pero el objetivo primordial de la Iglesia no esta destinado al hombre y si a Dios. De esa forma la evangelización es necesaria fundamentalmente porque Dios es el objetivo principal_ La adoración a Dios permanecerá eternamente, pero la evangelización pasará. El trabajo misionero tiene como objetivo primordial, en la visión bíblica y Reformada , no la regeneración del hombre para que el sea salvo, sino que sea un verdadero adorador. Aquí está la gran diferencia entre los luteranos y los calvinistas. La gran pregunta del reformador Lutero fue (está en lo correcto): "¿Cómo el hombre puede ser justo delante de Dios?". La pregunta que el reformador Calvino hacía era mas exhaustiva : "¿Cómo Dios debe ser adorado?" No es que Calvino haya descuidado la predicación y las misiones, pues en sus escritos, vida y la historia nos demuestran lo contrario. Pues bien, de forma muy resumida, podríamos decir que para los luteranos el gran pecado eran "las obras", para los calvinistas la "idolatría"- "... y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero ( 1Ts. 1:9).

La Biblia establece desde el A.T hasta el N.T un principio básico para la adoración y que regula el culto cristiano. No tenemos que ser esclavos de reglas y normas humanas ( principio "normativo") incluso sobre la base de la prudencia cristiana solamente. Pero en el Antiguo Testamento está establecido un principio "regulador" para la adoración aceptable a Dios: Todo aquello que no fuere ordenado en las Escrituras sea por mandamiento, ejemplo histórico, o deducción exegética, es prohibido por Dios. Los calvinistas no aceptan el pensamiento luterano de que aquello que no fuere expresamente prohibido por la Escritura, consecuentemente es permitido en el culto. Esto abre las puertas para invenciones y tradiciones humanas que entran en las iglesia a lo largo de los siglos.

Alguien podrá argumentar diciendo que si la Biblia ordenó que se hiciere un tabernáculo con sus dimensiones detalladas y precisas, además de sus rituales, utensilios y normas, tales como los muebles, los vestidos sacerdotales, los sacrificios de animales, el incienso, el aceite para unción , las ofrendas, los días santificados y posteriormente la construcción de un majestuoso Templo en Jerusalén, con coros y orquestas deslumbrantes y todo esplendor de su edificio, hoy estaríamos pecando en no tener estas cosas presentes en la adoración contemporánea.

Este número de la Revista "Os Puritanos" (Los puritanos) trata del Templo respondiendo básicamente a esa colocación. Veremos que todo lo que Dios estableció en la adoración veterotestamentaria con sus ordenanzas, eran tipos, figuras y símbolos sencillos, pero el glorioso culto cristiano del Nuevo Testamento después de la llegada del Mesías. El es el antitipo de los tipos del Antiguo Testamento. El cumple toda tipología y sombras del A.T. Todo era una copia y sombra de las cosas celestiales, pero el Señor Jesucristo  "obtuvo el mas excelente ministerio" (Heb.8:1-7)

No es mas imprescindible la existencia de templos suntuosos, ricos y llenos de figuras y símbolos, No hay mas necesidad de edificios santos, ciudad santa, tierra santa, sino de "casa espiritual" formada por "piedras vivas"- Este es el verdadero edificio y casa de Dios: El pueblo de Dios en todo el mundo que se congrega para corporativamente adorar al Señor. Los tipos del A.T se materializan en sus antitipo-Cristo.

Terry Johnson dice: "Los símbolos del Antiguo Testamento fueron temporales por naturaleza. El templo y todo en conexión a él, tuvieron sentido solamente para suplir una necesidad de la época. Ellos fueron una figura débil del Mesías, hasta que Su gloria fuese "vista" en Jesucristo (Jn1:14). Dice además: "Símbolos extraños, ritos y movimientos, inocentes en sí mismos  y tal vez hasta incluso significativos simbólicamente a los ojos, deben ser evitados sino son requeridos en la Escritura o no están estrechamente vinculados al culto. "Una visualización elaborada", dice Godfrey, "podría interferir en nuestro deleite espiritual, fijando nuestras mentes demasiado en la tierra". ( Adoración Reformada- Editora Os puritanos, en portugués).

Dios nos ayude a comprender porque nuestro culto debe ser simple, sencillo, sin embargo glorioso. El evangelio leído y predicado es una exposición de Cristo mucho mejor que cualquier símbolo material. El principio no cambia. El presbítero Paulo Brasil, nos dice "Cuanto más distante de Cristo, historicamente, más necesarias se vuelven las sombras y tipos. ...Cristo llegó no hay más necesidad de templo suntuoso, pues el templo es la iglesia, somos nosotros. Consecuentemente cesaron las prácticas del templo".

Traducción del portugués: Adriano Canuto y Celeste Ontivero , con permiso de Os puritanos, revista Año XVI: Nº11:2006)P.1



viernes, 18 de septiembre de 2015

¿Para quién es el Culto?- Peter Leithart

¿Para quién es el culto? "Para Dios, es claro", viene la respuesta. "El culto es nuestra respuesta a la gracia de Dios. En el culto damos a Dios la alabanza y la honra que El merece. Es verdad que nosotros podemos recibir algo en el culto, podemos ser edificados, pero ese es un elemento menor y secundario del culto. El culto es teocéntrico".

¿Culto "Verdaderamente Reformado"?

Eslogan como este han buscado definir el culto "Verdaderamente Reformado" en nuestros días. El énfasis es comprensible, visto que el culto moderno infundido con el carácter de la cultura pop se ha vuelto profundamente narcisista. Y  en relación a ese culto sensorial que busca que lo sensitivo, centrado en las necesidades del adorador, escritores reformados insisten en que el culto se relaciona con nuestro dar, no con nuestro recibir. Aunque suena como reformada, esa perspectiva es en la mejor de las hipótesis, una media verdad; falsa, en la peor de las hipótesis, y definitivamente mas arminiana que reformada.
Pero después de todo ¿qué esta incorrecto en decir que el culto es para Dios? Para comenzar, eso significa que el culto es puramente nuestra respuesta a Dios. Eso da a entender el siguiente cuadro: en algún lugar, fuera de la ocasión del culto, Dios me salvo. He sido salvo, tengo el deber de reunirme con el pueblo de Dios para agradecerle por Su misericordia y alabarlo por Su grandeza. Fuera de las puertas de la Iglesia, yo busque y encontré la gracia de Dios. Una vez dentro de ella, no soy mas alguien que busca la gracia , sino alguien que da gracias. No obstante es imposible que cualquier acción humana sea una respuesta pura y simple. Admitir esa posibilidad es asumir que podemos ser autónomos e independientes de Dios: una vez que El hizo una obra en nosotros, podemos responder a El sin necesitar contar con su continua operación en nuestras vidas. Eso es claro, es exactamente lo que la teología reformada niega.
La Escritura no dice meramente que Dios obra primero, y después nosotros respondemos. Ella dice que incluso cuando damos, estamos simultáneamente y principalmente recibiendo. Consecuentemente, no es que somos recipientes de la gracia de Dios hasta que crucemos la puerta. Pero confiamos en la obra de Dios en nosotros en el culto tanto como en cualquier otro lugar, y es solamente porque actuamos por el poder del Espíritu que nuestras acciones en el culto traen honra a Dios.
El culto, como todo lo demás en la vida cristiana, es por la gracia a través de la fe. Entrar por las puertas de una iglesia no transforma de modo mágico arminianos en calvinistas

Los Medios de Gracia

El segundo problema con esa perspectiva es que ella niega implícitamente el entendimiento reformado concerniente a los medios de gracia. De acuerdo con todas las Confesiones Reformadas, la Palabra y los Sacramentos son medios de gracia auténticos y efectivos, por medio de los cuales el Espíritu otorga la presencia y el poder de Cristo resucitado a los fieles de Dios.
"¿Cuáles son los medios externos a través de los cuales Cristo comunica los beneficios de la redención?, pregunta a la cuestión número 88 del Catecismo Menor de Westminster. Y su respuesta es que "la palabra, los sacramentos y la oración... a todos los cuales  hace él eficaces para la salvación de los elegidos". La Palabra y los sacramentos son los principales focos del culto y ambos son medios de Dios para "comunicarnos beneficios". El culto, así no se refiere principalmente a lo que nosotros hacemos ante el rostro de Dios, pero se refiere principalmente a lo que Dios esta haciendo en nosotros.
El culto del día del Señor es una acción divina: El nos llama a Su presencia; El declara nuestros pecados perdonados; El nos habla palabras de consuelo, reprensión y aliento; El nos alimenta en su mesa; y nos invita a entrar, nosotros entramos; cuando El nos absuelve de nuestros pecados, nosotros alabamos Su gracia en Su Hijo; nosotros nos estremecemos ante sus amenazas y creemos en sus promesas: nosotros comemos y bebemos de su banquete; y cuando el nos manda de vuelta , nos vamos. Pero esas son respuestas y dependen de la obra del Espíritu.

¿Suposiciones/ Premisas Humanistas?

Nosotros nos congregamos, en primer lugar, porque creemos que Dios prometió hacer ciertas cosas por nosotros. Ese parece ser el fundamento de lo que se puede llamar "culto en busca de lo sensitivo" pero nada puede estar mas lejos de la verdad. En realidad, los errores del culto contemporáneo tiene raíces en las propias suposiciones que estoy atacando aquí. El culto contemporáneo no está firme en la convicción de que la Palabra y los Sacramentos son medios de gracia genuinos. Es por eso que todo se ha convertido sustituto para la predicación de la Palabra y para la administración de los Sacramentos- historias y anécdotas , teatros de títeres, obras, sea como fuere. Los cultos contemporáneos no se basan en la premisa de que es Dios que está actuando en las reuniones de culto; lo que importa es lo que el grupo responsable por el culto esta haciendo para obtener la atención de los incrédulos en la audiencia.

Las iglesias reformadas que propagan la idea de que el culto del Día del Señor es para Dios, están simultáneamente adoptando muchas prácticas del culto moderno, y esto no ocurre por accidente. Ambas se origina sobre la misma teología litúrgica básica porque ambas niegan, al menos implícitamente,que el culto es ministerio de Dios para nosotros. De modo mas profundo, el problema es que esa perspectiva produce una forma de culto que no es verdaderamente teocéntrico porque no es centrado en el verdadero Dios. Esta forma de culto concibe al Dios que adoramos como alguna especie de potestad oriental, que se sienta en su trono pasivamente, mientras que su pueblo, reunido abajo , busca desesperadamente su agrado. Dios es de hecho un Rey exaltado, pero Su realeza no es de este mundo. El fue levantado en una cruz, adornado con una corona de espinas. El Se revela como Rey no al recibir nuestras dádivas sino al ofrecerse a Sí mismo.

Entrar en Su presencia en busca de misericordia, recibir sus dádivas, escuchar humildemente Su Palabra y alimentarse con gratitud en su mesa- esto es genuino teocentrismo cristiano.

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El autor , ministro de PCA, enseña en New St Andrews College en Mascow, Idaho. Este articulo fue reimpreso con el permiso de Credenda-Agenda, vol. 12, nº3

Traducción del portugues por Adriano Canuto y Celeste Ontivero , con permiso de Os puritanos Ano XII: Nº1,2014 P27.

lunes, 31 de agosto de 2015

“Gimiendo Eternamente… ¿Eso Es lo que Usted Quiere?” Josafá Vasconcelos

“Allí será el lloro y el crujir de dientes… donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Mateo 22:13; Marcos 9:44)


Tal vez usted piense que estas palabras constituyen un rumor o un “cuento de viejas”, pero lo que usted piensa no cambia de ninguna manera el hecho de que la muerte eterna es una realidad y el infierno es un tormento que se inicia con la muerte física y jamás tendrá fin. En algún momento, es posible que usted haya estado inquieto, deseando saber mas al respecto de cómo obtener salvación eterna en su alma. No necesitamos decir que este asunto es extremadamente importante; por lo tanto, usted no hará ninguna objeción al gastar algunos minutos leyendo este artículo. El Señor dice: “Buscadme, y viviréis” (Amos 5:4). Pero, ¿cómo puedo hacer esto? ¿Qué paso debo tomar?

El primer paso en esta búsqueda es conocer cual es su verdadera situación espiritual a los ojos de Dios. Nuestra tendencia es pensar que nuestra situación no es tan ruin, que no somos tan malos y que existen personas haciendo cosas peores. Además de eso, siempre podemos estar ayudando a alguien. Pero tenemos que recordar que, a los ojos de Dios, nuestra situación es otra. Sus ojos son puros y santos y nada escapa a su mirada. Para el “todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6). Nuestro corazón es tan “desesperadamente corrupto”, lleno de malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia , la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades…contaminan al hombre  (ver Marcos 7:21-23). Esa es una realidad de la cual nadie escapa. Aunque usted no haya cometido algunos de esos pecados, ellos se encuentran latentes en su corazón  y ya lo contaminaron. Tenemos que sentirnos decepcionados con nosotros mismos y aceptar la realidad de que como resultado de esa contaminación, estamos sobre el yugo del pecado y de que nuestra naturaleza es corrupta y depravada. Esa depravación nos hace reprobados delante de la Ley de Dios. El, que es santo y justo, no puede hacer otra cosa, excepto derramar sobre nosotros su santa ira y la justa condenación de muerte eterna, que la Ley exige.

Por eso, necesitamos tomar urgente el segundo paso, pues es solamente a través de el que podemos encontrar alivio de esta situación y tener verdadera esperanza. El segundo paso es conocer la persona bendita de Jesucristo, el Hijo del Dios vivo. Esto significa saber realmente quien es El y cual la extensión de su poder. Significa conocerlo como único Sacerdote que nos reconcilia con el Padre, ya que Jesús “tiene su sacerdocio inmutable” y “puede salvar para siempre a los que por medio de El se acercan a Dios” (Heb.7:24-25). El se ofreció como víctima. Conocer a Jesús significa creer que su muerte es el único sacrificio que expía nuestro pecado, satisface la Ley de Dios y adquiere para nosotros la justicia perfecta que necesitamos. Aunque, conocer a Jesús implica en el reconocimiento de que es una mera presunción admitir que podemos cooperar con supuestas buenas obras en la adquisición de esa justicia. Nada, excepto la cruz y la resurrección de Cristo, nos garantiza esa justicia. “Porque por gracia habéis sido salvados  por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

Espero que el Espíritu de Dios este hablando a su corazón y que usted, instruido en la gracia de Cristo y en los frutos de su muerte y de su resurrección, pase ahora al tercer paso: descansar en Jesús con firme y concreta confianza, creyendo con plena seguridad en que El es tan completo y suficiente, que posee en Sí mismo justicia y vida. Renuncia ahora mismo a cualquier opción sugerida por Satanás; regrese a la única respuesta verdadera presentada por Dios mismo, en su Santa Palabra; esa respuesta es creer en la persona viva y gloriosa del Señor Jesucristo, pues “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual  podemos ser salvos” (Hch.4:12). Por lo tanto, preste atención a la exhortación que Dios le dirige, a través de este artículo. Escuche su invitación de amor: “Arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados,a fin para que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor, y el envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para vosotros”(Hch.3:19-20).

Recuerde: “La salvación es del Señor” (Jonas 2:9). La salvación necesita ser buscada de todo corazón. ¿Usted no piensa que vale la pena? O prefiere arriesgar y pasar toda la eternidad crujiendo los dientes y gimiendo? “Ponga su boca en el polvo, quizá haya esperanza” (Lamentaciones 3:29). Lea la Biblia con avidez, ore, clame a Dios, con lágrimas, a fin de que, en su bondad, El lo conduzca al arrepentimiento (Romanos 2:4). “Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón” (Jeremías 13:23). Que Dios en su gracia soberana, lo salve de la perdición del infierno, concediéndole el precioso don de la vida eterna.“Y está vida esta en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo, no tiene la vida” (1Juan 5:11-12).


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Traducción realizada con permiso del Autor Josafá Vasconcelos Pastor de la Iglesia Presbiteriana de la Herencia Reformada en Salvador (Brasil)

*Traductores: Adriano Canuto y Celeste Ontivero
*Se utilizó : Reina-Valera 1960 (RVR1960)  y La Biblia de las Americas (LBLA)
    *En portugués: http://www.ministeriofiel.com.br/artigos/detalhes/351/Gemendo_Eternamente_E_Isso_o_que_Voce_Quer

viernes, 28 de agosto de 2015

"Los Labores del Ministerio" John Flavel


"...Los labores del ministerio agotarán la médula de sus huesos, apresurando la vejez y la muerte. Ellos están bien adecuados en comparación con el trabajo de los hombres en la cosecha, los sufrimientos de una mujer en trabajo de parto, y las agonías de soldados al final de la batalla. Nosotros tenemos que vigilar cuando los otros duermen. Y de hecho, no es tanto el costo de nuestros trabajos, como el desprecio de ellos, lo que nos mata. No sucede con nosotros como acontece con otros trabajadores: ellos encuentran su trabajo como lo dejaron, pero nosotros no. El Pecado y Satanás desordenan casi todo lo que hacemos. Las impresiones que dejamos sobre las almas de nuestro pueblo en un sermón, desaparecen antes del próximo […] Sí, tenemos que luchar en defensa de las verdades que predicamos, como también estudiarlas hasta que estemos pálidos, y predicarlas hasta desfallecer. Recibiremos pechos doloridos, dolores en las espaldas y piernas temblorosas. Pero, si pudiésemos, por todos los medios, ser aprobados como siervos fieles de Cristo, oiremos aquella voz saliendo de su boca " Muy bien, siervo bueno y fiel".

John Flavel – “The Character of a True Evangelical Pastor”. In: The Works of John Flavel. Vol. 6. p. 568-569 (traducción en portugués Rev. Alan Rennê)


*Traducción en español : Adriano Canuto y Celeste Ontivero

jueves, 27 de agosto de 2015

La Ausencia de Amor » W. à Brakel



Dios creó a Adán y su naturaleza con amor por los demás. Después de la caída, Dios continuó requiriendo este amor, a pesar de que nosotros no lo conseguimos. La ley (Mt 22:39), los profetas (Lv 19:18,34 ; Dt 10:19), los apóstoles, Ro. 12:10 ; 1 P. 3:8 ; 1 Jn 4:11) hacen esto de forma clara. De modo que el expreso pedido de Dios en nuestro corazón, hace de esto no sólo una obligación, sino también nuestra motivación.

Aquellos sin amor

Sabemos que es nuestra tarea amar a otros; podemos ver cómo cumplimos y cuánto estamos muy lejos de ello. A continuación hay una lista de los que no aman a su prójimo:

  • Aquellos que no aman a Dios. Si nosotros no amamos a Dios, no podemos amar tanto a aquellos que lo reconocen y aman o incluso a aquellos que no hacen esto, por la causa del Maestro.
  • Aquellos que aman a los santos por razones equivocadas. Algunas veces los impíos aman a los que son de Dios, no porque ellos sean de Dios o se agraden de El. Esto acontece por algunas razones naturales, porque cuando los que son de Dios dejan brillar su luz, entonces los impíos expresan su aversión secreta separándose de ellos.
  • Aquellos que viven sólo para sí mismos. Sus corazones están "mal" con cualquiera. A ellos les falta hasta el sentimiento natural.
  • Aquellos que viven sólo para satisfacer su concupiscencia de la carne, de los ojos y de la soberbia de la vida. A sus ojos los que son de Dios son los mas. Pero ellos honran a sus compañeros de embriaguez, sus amistades, los aduladores y fornicadores.
  • Aquellos que muestran abiertamente su odio por los que son de Dios, a través de chismes maliciosos, escarneciendo, menospreciando, intentando atraparlos donde tienen problemas y burlándose de ellos, oprimiéndolos y persiguiéndolos
Consecuencias de la falta de amor  
Muchos son conscientes de ello. Ellos dicen: "¿Qué tiene que ver esto con nosotros?". Mi respuesta es que afecta y afecta mucho. Esto significa que:
1) Usted no es nacido de Dios ( 1 Jn 4:8). Si usted dice "pero yo amo a Dios", entonces Dios dice, "Usted es un mentiroso"( 1Jn 4:20).
2) Usted no es un cristiano. Usted esta sin Cristo. Si usted responde "Pero yo soy bautizado, Yo tomo la cena del Señor. Yo vivo como un cristiano" de nuevo Dios dice, "Usted es un mentiroso"(Jn 13:35)
3)Todos sus llamados actos piadosos actos piadosos no tienen ningún valor, no importa cuan maravillosos ellos puedan parecer, porque en ellos falta el amor. Si usted amase a Dios, usted amaría a los otros; pero ya que usted no ama, entonces todas sus obras son obras muertas (1Co 13:1-3). Todo depende del amor, si en usted falta amor, le esta faltando todo. Así que este convencido de su terrible estado, cuide de su alma, y huya hacia el Señor Jesucristo.


Falta de amor en los que son de Dios

Observar la falta de amor en los impíos es grave. Pero ver los salvos tan deficientes en el amor es aún más grave.
Considere la conducta de algunos: ellos aman a los creyentes porque Dios los ama, pero ellos no aman a nadie más. Ellos aman a aquellos que están de acuerdo con ellos, pero ignoran a los otros. Si alguno de los salvos tienen una falta, inmediatamente ellos sospechan de su rectitud. ¡Entonces la sospecha, resentimiento y la piel fría, surge como si ellos no tuviesen el mismo Espíritu ! ¿Y mientras se regocijan en la prosperidad de los impíos, también sienten pena de sus aflicciones y están sensibles a su deplorable situación espiritual y psicológica?

¿Por qué este estado de hechos es tan común? A causa de:

  • Falta de comunión con Dios. Dios es amor y teniendo comunión con Dios eso nos hace crecer en amor unos con los otros
  • Falta de seguridad. Esto hace que "perdamos el potasio de los huesos", nosotros fallamos en vivir vigorosamente. En cambio, el pecado toma la delantera en nuestra vida, entonces nosotros no nos ponemos mas entre los hijos de Dios, por lo tanto no demostramos mas amor por ellos.
  • El alma que poeticamente piensa que podemos amar el mundo.Es evidente, cuanto mas amamos el mundo, menos amamos unos a los otros.
  • Decepción que surge cuando estamos desilusionados con aquellos que pensábamos que eran hombres de Dios pero demostraron que no eran. Nosotros actuamos como si no fuese pecado dejar de amar aquellos que nos tiraron abajo.
  • Ver poco amor expresado por otros que forman parte del pueblo de Dios. Donde hay una falta de amor mutuo, el amor de un creyente falla en ser la ignición del amor al prójimo.
  • Ver que los que son de Dios no se entristecen por causa de sus pecados. Si ellos al menos se sintiesen entristecidos por el pecado, nuestro amor por ellos sería fortalecido en lugar de impedido.
  • Predominio del amor propio. Algunas personas les gusta ser amadas en retribución de su amor o insistiendo en que nosotros debemos amarlas primero si ellas nos aman. Pero nosotros debemos tomar la iniciativa y amar al prójimo independientemente si hay retribución o no.

Directrices para amar a otros


Comenzar a amar a los demás, pronto será para usted algo dulce.
1. Tome la iniciativa en amar, y haga esto sin esperar a que alguien tome la iniciativa.

2. No busque amor a cambio de su amor. Nunca permita que su amor termine en sí mismo. Si usted no recibe amor, no deje que esto lo asuste, porque usted en nada es merecedor de esto. Al contrario, este satisfecho porque Dios permitió que usted amase a otros.

3. Considere de gran valor el amor que usted ve en otra persona. No este sospechando de ella, sino considérela como sincera. No va a causar daño en usted amar a una persona impía que parece ser un creyente.
4. No permita que las ofensas dirigidos contra usted por otros oscurezca el amor por ellas. Usted no sabe la lucha que ellos puedan estar pasando con su pecado, o cuan grave pueda ser este pecado, incluso secreto.

5.Exprese amor en todas sus conductas, miradas, palabras, acciones, incluso cuando su corazón estuviere herido. Esto no es ser hipócrita, intentamos amar como a nosotros mismos incluso cuando nosotros no podemos amar como queríamos o deberíamos. Hipocresía es cuando usted aparenta amar pero no existe ningún amor en su corazón
6. Por menor que sea el amor que usted tenga, déjelo brillar, así será para la honra de Dios y beneficio del prójimo

7. Este en oración por la gracia del amor, porque todo esto viene del Señor. En nuestra propia fuerza nosotros no podemos amar. Pero cuando el nos da Su gracia, usted será habilitado a amar hasta que El lo traiga para el perfecto amor celestial.

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Wilhelmus à Brakel (1635-1711), principal lider de la segunda reforma holandesa y autor de “Christian’s Reasonable Service” (4 vols); sirvió en 5 congregaciones en Holando. Su último y mas largo pastorado fue en Rotterdam.



*Traducción Adriano Canuto y Celeste Ontivero con permiso de Os puritanos: artigo "A Ausência de amor"