Post Tenebras Lux

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jueves, 6 de octubre de 2016

Los Legados de Thomas Brooks


[Extracto de su sermón de despedida en La Gran Expulsión. Aparentemente, no le fue permitido predicar el sermón, de modo que lo preparó por escrito. Esta es la conclusión, la cual consta de 27 "legados"] 
He de proseguir, como lo he dicho, y os dejaré algunos legados que, quiera Dios, por medio del dedo del Espíritu, puedan ser provechosos a aquellos a quienes no puedo hablar en persona. 

Legado 1. 
El primer legado que os dejaré, es el siguiente: Asegurad vuestro interés en Cristo; haced de él vuestra mayor ocupación, vuestra labor, vuestro cielo; asegurad vuestro interés en Cristo. Este no es el tiempo ni la hora para que el hombre se debata entre el temor y la esperanza, entre la duda y la fe. 
No busquéis haceros de un nombre por el cual vivir, si aún no habéis despertado a la fe en Dios ni a la fe en Cristo; no busquéis vivir de las apariencias, ni de los privilegios externos. Ellos clamaban: 'El templo del Señor, el templo del Señor', cuando no tenían interés alguno, ni amor alguno por el Señor del templo. Seguir a Dios hace inútiles todos los medios para retener todos vuestros benditos intereses propios.
Legado 2. 
Haced de Cristo y de las Escrituras el único fundamento para vuestras almas y para cimentar vuestra fe: tal como lo dijo el apóstol: 1 Cor. 3. 11, 'Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo'. Is. 28. 16: ‘He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable'. Ef. 2. 10. Así como es muy peligroso, tanto como lo son de valiosas vuestras almas y la eternidad, que construyeren sobre un fundamento que no sea Jesucristo; muchos dirán: “Venid, construid sobre esta autoridad, o sobre este otro cimiento”, es necesario tener cuidado. 
Legado 3. 
En todo lugar y cualesquiera sean vuestras compañías, aseguraos de conservar vuestras almas limpias: no vayáis a ningún lugar ni tengáis compañía alguna, a menos que podáis conservar vuestras almas limpias; esto es, tener de ellas un cuidado santo y andar sabiamente. Como sabéis, en tiempos infecciosos, los hombres llevan conservantes externos; necesitarán conservar limpias vuestras almas, de lo contrario, estaréis en peligro de contraer infecciones a causa de las malas costumbres y las vanidades de los tiempos en que vivís, y este es el tercer legado. 
[En el siglo 17, se creía que el aire viciado causaba muchas enfermedades. La gente, entonces, llevaba bolsas de hierbas para “conservar" el aire limpio]. 
Legado 4. 
Os dejaré con esto: Cuidad que todo lo que hay dentro de vosotros vaya más y más en aumento, por medio de la oposición, las amenazas y los sufrimientos; esto es, que vuestra fe, vuestro amor, vuestro coraje, vuestro celo, vuestras resoluciones y magnanimidades vayan más y más en aumento por medio de la oposición y de un espíritu de oración. Así fue como lo hicieron en Hechos 4.18-21, 29-31; todo el sufrimiento que padecieron no hizo más que infundir un espíritu más noble en ellos, no hizo más que incrementar su fe y coraje. De modo que en Hechos 5. 40-42, lo vieron como habiendo sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa de Cristo, a pesar de haber sido indignos por los hombres, y de haber sido tenidos por honrados por causa de Cristo, a pesar de haber sido deshonrados por los hombres. Dijeron como David, 'Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado'. Si he de ser vil por andar con mi Dios, por actuar como mi Dios, seré aún más vil. 
Legado 5. 
Sufrid más penalidades y sed más conscientes de guardarse del pecado que de sufrir; de la contaminación y de la corrupción del día, que de los sufrimientos de él. Ruego que consideréis este legado; sufrid más penalidades, y sed más conscientes de guardarse de la maldad del pecado que de la maldad del castigo, de la contaminación y corrupción de los tiempos que de los sufrimientos de éstos: Hechos 2. 40, 'Sed salvos de esta perversa generación'. Fil. 2 15, 'para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa. Heb. 11 Habla enteramente del punto que nos ocupa. Ap. 3. 4, 'Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas'. El blanco era el color de la vestidura de los nobles, el cual reflejará el honor que Dios pondrá en aquellos que guardan sus vestiduras puras en un día corrupto. Ap. 18. 4, 'Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas'. Si probáis y bebéis de la copa de Babilonia, deberéis estar resueltos a recibir más o menos de las plagas de Babilonia. 
Legado 6. 
Os dejaré con esto: Haced o recibid el bien, siempre. Nuestro Señor y Maestro iba de aquí para allá en este mundo haciendo el bien; Él siempre hacía el bien al cuerpo y al alma; siempre estaba motivado por un poder incansable. Manteneos haciendo o recibiendo el bien. Esto hará que vuestras vidas tengan mayor consuelo, vuestras muertes más dichosas y vuestras cuentas gloriosas en el gran día de nuestro Señor. ¡Oh! ¡Cuán inútiles son muchos hombres de esta generación! ¡Oh! Que nuestros labios pudieran destilar tanta miel, que pudiéramos esparcir conocimiento! 
Legado 7. 
Os dejaré con esto: Buscad los mayores ejemplos de gracia y los modelos más elevados de piedad para imitar. En los asuntos de la fe, poned delante de vosotros a un Abraham; en los asuntos del coraje, buscad a un Josué; en los asuntos de rectitud, buscad a un Job; de la mansedumbre, a un Moisés . Los cristianos se crean sus propias desventajas mirando hacia atrás, en lugar de mirar hacia adelante. Los hombres miran a aquéllos a quienes superan, no a aquéllos a quienes consideran inalcanzables. De todos los ejemplos, poned delante de vosotros a los que sean más eminentes en gracia y santidad para tener comunión con Dios y para trabajar para Él. Junto con Cristo, poned delante de vosotros a los modelos de santos más escogidos. 
Legado 8. 
Aferraos a vuestra integridad y despojaos de todo lo demás. Es mejor que un hombre se despoje de su libertad, de sus propiedades, de sus relaciones y de su vida, antes que de su integridad. Sí, quitad vuestros decretos, si éstos no pueden ir de la mano de vuestra integridad: Job 27 5, 6, 'Nunca tal acontezca que yo os justifique; hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad. Mi justicia tengo asida, y no la cederé; no me reprochará mi corazón en todos mis días'. Mirad, así como el hombre que ahogándose se aferra a aquello que pueda salvarle, así como el soldado se aferra a su espada y a su escudo del cual depende su vida, del mismo modo, dijo Job, 'No quitaré de mí mi integridad; mi corazón no me reprochará en todos mis días. Es mejor que el mundo me reproche y que mi corazón me justifique, antes que mi corazón me reproche y el mundo me justifique'. El hombre no hará más que un triste intercambio si cambia su integridad por cualquier preocupación terrenal. La integridad que se mantiene en el alma será un banquete de grosuras en los peores días; pero dejad que un hombre pierda su integridad y no podrá disfrutar del banquete de grosuras en su alma ni con todo el poder de este mundo. 
Legado 9. 
Esto también os diré: No dejéis pasar un solo día sin que todo vuestro ser se haga un examen minucioso. Es decir, ¿a dónde han estado sirviendo hoy? En cuanto a las manos, ¿qué han estado haciendo para Dios hoy? En cuanto a la lengua, ¿qué han hablado para Dios hoy? Esta será una ventaja para vosotros en muchas maneras, pero sólo puedo referiros estas enseñanzas. 
Legado 10. 
Trabajad con todas vuestras fuerzas para tener un espíritu sanador. Os dejaré este legado con un sentido de gran preocupación. Reitero: Trabajad con todas vuestras fuerzas para tener un espíritu sanador. Despojaos de cualquier nombre discriminatorio o de cualquier cosa que pueda impedir la aplicación de un bálsamo para sanar vuestras heridas. Trabajad para tener un espíritu sanador. Las discordias y las divisiones no son de cristianos. Si los lobos dañan a los corderos, no hay de qué sorprenderse; pero si un cordero daña a otro, eso no es natural y resulta monstruoso. Dios ha hecho que Su ira arda contra nosotros a causa de las divisiones y por los daños en los corazones que hemos provocado. Trabajad por una unidad en amor y en afecto por cada uno que es uno con Cristo. Dejad que sus formas sean como deseen, porque esto es de mayor agrado al corazón de Cristo, debe ser de agrado a nuestros propios corazones y es Su propia gracia y santidad. La pregunta debería ser, ¿Qué hay del Padre, qué hay del Hijo y qué hay del Espíritu Santo que brille en tal o cual persona? Y según esto, dejad que vuestro amor y vuestro afecto fluyan. Este es el décimo legado. 
Legado 11. 
Procurad dedicaros más a practicar los ejercicios espirituales de la religión. Mejorad este legado, porque mucho de la vida y del consuelo, el gozo y la paz de vuestras almas se encuenran en él. Os digo, procurad dedicaros más a practicar los ejercicios espirituales de la religión. Existen ejercicios externos como oír, predicar, orar y reunirse; también existen los ejercicios más espirituales de la religión como el ejercicio de la gracia, la meditación, la introspección y el examen. El ejercicio físico de nada aprovecha si se abstrae de los que son más espirituales. La gloria que Dios muestra, y las ventajas del Consuelo de vuestras almas surgen de los ejercicios espirituales de la religión. ¿¡Qué extraño resulta encontrar a hombres que se dediquen a la meditación, a la introspección y al examen, y a traer al hogar las verdades a sus propias almas! 
Legado 12. 
No pongan vuestra confianza en verdad alguna, sino que habéis de examinarlo todo, 1 Ts. v. 21, también 1 Juan 4. 1, Hechos 17. 11. Fue la gloria de aquella iglesia que no confiaron únicamente en Pablo; ni siquiera en él a pesar de que los aventajaba a todos por tener las cualidades externas; no, ni siquiera Pablo. No pongan vuestra confianza en verdad alguna; pesadlas en la balanza del santuario. Si no pueden ser sopesadas, rechazadlas. 
Legado 13. 
Cuanto menos oportunidades y ventajas tengáis de mejorar y enriquecer vuestras almas en público, con mayor diligencia y abundancia dirigid vuestras almas a Dios en privado: Mal. 3. 16, 17, 'Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero”.  
Legado 14. 
Andad de manera tal que sea directa y contraria a la manera vana, pecaminosa y supersticiosa en que lo hacen los hombres formales, carnales y de espíritu tibio; esta es la gran preocupación de los cristianos. Abundad en ello. 
Legado 15. 
Mirad las cosas de este mundo como lo haríais al momento de morir. ¡Con cuán poca importancia miran los hombres las cosas de este mundo al momento de morir! ¡Cuán poco valor le dan los hombres a la pompa y la Gloria de este mundo, cuando se está a un paso entre ellos y la eternidad! Ellos pudieran ponerse un disfraz, pero luego aparecerán con sus verdaderos colores. Ellos no se aventurarían a perder esas cosas que consideraban tan valiosas, pero miradlos ahora, como lo harían en su último día. 
Legado 16. 
Jamás acalléis vuestra conciencia con ningún alegato o argumento que no os atreváis a defender aquel gran día, cuando hemos de rendir cuentas. Es muy terrible considerar cuántos en estos días acallan sus conciencias. Hemos hecho esto o aquello por nuestras familias, de lo contrario, hubiéramos perecido. He cumplido con esto, pero he perjudicado mi conciencia por este o aquel asunto. ¿Podrá un hombre presentar tal argumento cuando comparezca ante Jesucristo en el día postrero? Por causa de las almas de los hombres, muchos alegaron esto o aquello. Cristo no tiene la necesidad de defender formas indirectas de salvar almas; Él cuenta con medios suficientes para atraer las almas a Sí mismo. 
Legado 17. 
Que vuestros ojos, mentes y corazones atesoren con mayor avidez las obras espirituales y eternas de Dios en vuestras almas, que las providencias externas de Dios en el mundo. Amados, Dios mira que consideremos la obra de sus manos; y menospreciarla le resulta sumamente provocador, tanto que les amenaza con llevarlos a la cautividad por no considerarla. Pero, por sobre todas las cosas, mirad la obra que Dios está llevando a cabo en vuestras almas. No es el alma en sí misma, sino la obra que Él está haciendo allí, sea cegando o iluminando, mejorando o empeorando; por tanto, mirad lo que Dios está haciendo en vuestras almas. Todos los movimientos de Dios dentro de vosotros son pasos hacia la eternidad, y toda alma será bendita o maldita, salvada o perdida por toda la eternidad, no de acuerdo con las dispensaciones externas, sino de acuerdo con el obrar interno de Dios en vuestras almas. Observad la obra purificadora, reformadora, santificadora, Él está presente en vuestro espíritu; Él está obrando en ese pequeño mundo dentro de vosotros. Si Dios jamás hubiera llevado a cabo una obra tan gloriosa en este mundo, como la conquista de este mundo para Cristo, ¿qué provecho tendríais vosotros si el pecado, Satanás y el mundo triunfaran en vuestras almas y prevalecieran allí? 
Legado 18. 
Mirad el lado positivo y el lado negativo de las cosas; mirad el lado positivo de la providencia, así como también el lado negativo de la misma. Amados, hay una gran debilidad entre los cristianos; siempre ven el lado negativo de la providencia, que no se detienen a considerar el lado positivo de ella. Si miran el lado negativo de la providencia de Dios en la vida de José, ¡cuán terrible y sorprendente fue! Pero si miran el lado positivo, su reinado de ochenta años, ¡cuán glorioso fue! Si miran el lado negativo de la providencia de Dios en la vida de David en su destierro de cinco años, muchos se levantarían para atemorizarles; pero si miran el lado positivo, su reinado de cuarenta años en gloria, ¡cuán afable fue! Mirad el lado negativo de la providencia de Dios en la vida de Job, ¡oh, cuán terrible fue en los primeros tiempos! Pero comparadlo con los últimos años de Job, donde se encuentra el lado positivo de las cosas, y allí Dios le duplica todas Sus misericordias. Considerad la paciencia de Job y el final que el Señor tuvo para él. No recordéis el principio solamente, puesto que ese era solo el lado negativo; mirad también el final, y allí encontraréis el lado positivo. Los cristianos se evitarían muchos pecados, muchas tentaciones y mucha aflicción si vieran tanto el lado positivo como el lado negativo de la providencia. 
Legado 19. 
Procurad tener los pensamientos más preciosos acerca de Dios, en lugar de alimentar los pensamientos más agrios, más punzantes y más severos acerca de Sus dispensaciones: Sal. 22. 1-3, 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; 
Y de noche, y no hay para mí reposo”. El salmista se encontraba en medio de las dispensaciones más duras, mas, ¡cuán preciosos eran sus pensamientos acerca de Dios después de todo: 'Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel: aunque estoy afligido, Tú eres santo'; Sal. 65. 5, 'Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia, Oh Dios de nuestra salvación”. 
Legado 20. 
Proseguid y perseverad haciendo el bien, sea cuando haya estímulos externos, y a pesar de los obstáculos. No tiene ningún valor perseverar cuando no hay más que estímulos externos; mas perseverar a pesar de los obstáculos es un deber cristiano: Sal. 44:17-19, 'Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti, y no hemos faltado a tu pacto. No se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos, para que nos quebrantases en el lugar de chacales, y nos cubrieses con sombra de muerte'. Es la perseverancia la que corona a todos; 'Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida', Ap. 2. 10; 'Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo' Mt. 24 Es la perseverancia haciendo el bien la que coronará todas nuestras acciones. Si habéis comenzado por el Espíritu, no acabéis en la carne; no os alejéis del Capitán de vuestra salvación; seguid al Cordero, aunque los demás sigan a la bestia y a los falsos profetas. 
Legado 21. 
En todas vuestras acciones naturales, civiles y religiosas, dejad que la Gloria divina repose en vuestras almas, Ro. 14. 7, 8, 1 Cor. 10. 31. En todas vuestras actitudes, en todas vuestras oraciones, dejad que todo sea para la Gloria de Cristo; en todos vuestros deberes privados, dejad que la gloria de Cristo permanezca cerca de vuestros corazones. 
Legado 22. 
Recordad todos los favores, las bondades, las providencias y las experiencias especiales. Es verdad, un hombre no debería hacer nada más que recordar todos los favores y experiencias que Dios tuvo para con él; y por tanto, mi legado es que, procurad recordar todos los favores especiales, las experiencias peculiares. Es posible que poco sepáis de cuán provechoso es para vuestras almas llevar una cuenta de las experiencias de los resplandores de Su rostro, de la guía de Su Espíritu. Un cristiano pierde mucho al descuidar este deber. 
Legado 23. 
Jamás juzguéis el estado de vuestras almas, a menos que vuestros corazones se encuentren en las mejores condiciones, y con el temperamento adecuado. La gran trampa de Satanás es cuando el alma se ve desamparada y extrañamente afligida y la incita a trabajar arduamente. “Ven, mira el mundo que te mereces, mira cómo puedes estar en mejores condiciones, para tener un interés en Cristo, un título en el cielo”. No es tiempo de ocuparos en ello. Vuestro trabajo ahora es escapar de esta tentación y por consiguiente, orad y creed, y esperad en Dios, y encontraréis esos caminos por los que podréis huir de la tentación. 
Legado 24. 
Siempre haced de la Escritura, - y no de vosotros mismos, ni de vuestro razonamiento carnal, ni de vuestra propia opinión -, la que juzgue vuestro propio estado y condición espirituales. No puedo ver que mi condición sea buena. No puedo percibirla. ¡Qué! ¿deben vuestros sentidos y vuestro razonamiento carnal ser los jueces de vuestro estado espiritual? Is. 8.20, '¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido'. Juan 12. 48, 'La palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero'. Es la Escritura la que debe determinar el caso en el día postrero, sea que tengáis gracia o no, o sea verdad o no. 
Legado 25. 
Sed conscientes de hacer del bien vuestra cláusula dada por Cristo. Conocéis las condiciones, cómo debéis negaros a vosotros mismos, tomar Su cruz y seguir al Cordero adondequiera que vaya. Ahora, vosotros habéis de tomar la cruz, negaros a vosotros mismos, seguir al Cordero una y otra vez, contra viento y marea. No deis la espalda a Cristo; lo peor de Cristo es mucho mejor que lo mejor de este mundo. Sed conscientes de hacer del bien vuestra cláusula al negaros a vosotros mismos, vuestro ser natural, vuestro ser pecaminoso, vuestro ser religioso, a fin de seguirle a Él; y si así hiciereis, ¡oh! ¡qué honor será para Cristo, cuán provechoso para vuestras almas y qué gozo para los rectos! 
Legado 26. 
No viváis conforme a ninguna regla, a menos que os atreváis a morir por ella y a defenderla en el gran día del Señor Jesucristo. Podéis tener muchas formas prescritas para adorar; mas no dependáis de ninguna de ellas si no os atrevéis a morir por ella ni a defenderla ante Jesucristo. No andéis según una multitud, que no se atreve a defender esa regla cuando sea la hora de morir por Él.
No hagáis de los ejemplos de aquellos grandes hombres una regla por la cual vivir, por quien morir o por defender en el día en que hemos de dar cuentas. No establezcáis una autoridad que está en franca oposición a la autoridad de Cristo como si se tratase de una regla por la que vivir, ni por quién morir delante de Jesucristo. ¡Ah, señores! No viváis conforme a ninguna regla, a menos que os atreváis a morir por ella y a defenderla en el gran día postrero. 
Legado 27. 
Y por último, sentaos y alegraos con temor: Sal. 2, 'Regocijaos los justos, y alegraos con temblor'. Alegraos que Dios haya purificado vuestras almas por medio del evangelio eterno; que no os ha dejado hasta haberos hecho aceptos, de haber tomado y sellado vuestras almas a Cristo, de una vez y para siempre; y de infundir vuestro interés en Él. ¡Alegraos de que se os haya predicado el evangelio eterno!, que os ha traído tanta luz, pureza, poder y Gloria durante tantos años juntos. Alegraos en las riquezas de la gracia que tiene para brindaros. Y llorad, pues han provocado que Dios quitara el evangelio, que vosotros no lo habéis mejorado; que habéis descuidado los tiempos y las oportunidades de enriquecer vuestras almas. Cuando debierais venir a tener compañerismo en la iglesia, cualquier cosa se cruzaba en vuestro camino. ¡Oh! Sentaos y temblad a causa de vuestra esterilidad, de todas vuestras flaquezas, sin importar todo cuanto han costado a Dios, que vosotros no habéis crecido más en vuestra comunión con Él, ni en conformidad con Él, ni en la esperanza viva de los frutos eternos para Él. Estos son vuestros legados, y quiera el Señor hacer que den fruto en vuestras almas y entonces, serán de un uso singular para vosotros, para preservaros gozosamente a la hora de dar cuentas delante del gran y glorioso Dios. Trabajad conscientemente para poner estos legados en práctica, alimentaos de ellos, porque serán útiles para nosotros, hasta que seamos reunidos en la culminación con Dios, donde ya no necesitaremos más ordenanzas, predicación ni oración. 

Traductora: Natalia Armando   Revisión: Celeste Canuto
SOLI DEO GLORIA! 

martes, 4 de octubre de 2016

¡El Amor del Señor Jesucristo! Por Thomas Brooks


  • Mirad que vosotros améis al Señor Jesucristo con un amor supremo, con un desbordado amor. No hay nadie que haya sufrido tanto por ustedes como Cristo. La mínima medida de la ira que Cristo ha soportado por ustedes, habría roto los corazones, cuellos y espaldas de todos los seres creados.
  • ¡Oh mis amigos! No hay amor, sino un amor supremo que de ninguna manera se hace adecuado a los sufrimientos trascendentes del amado Jesús. Oh, ámenlo por encima de vuestros deseos, ámenlo por encima de vuestras diversas relaciones, ámenlo por encima del mundo, ámenlo por encima de todas vuestras alegrías y placeres; sí, ámenlo por encima de vuestra propia vida; por eso los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los santos, los cristianos primitivos, y los mártires antiguos han amado a nuestro Señor Jesucristo con un amor desbordante: “Y ellos han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12:11); es decir, desecharon y despreciaron sus vidas, exponiéndose al peligro y a la pérdida por amor al Cordero que “los había lavado en su sangre”. He leído acerca de uno llamado Kilian, un maestro de escuela holandesa, que se le preguntó si no amaba a su esposa e hijos, el respondió; “que ellos eran todo el mundo, una pieza de oro, y si de sus manos dependiera dejaría todas las cosas a los pies de sus enemigos para vivir con ellos en una prisión; pero que su alma y su Salvador son lo más amado para él, más que todos”. “Si mi padre; dice Jerónimo, estuviera delante de mí, y mi madre colgara de mí cuello, y mis hermanos presionaran sobre mí; desearía irrumpir entre mis hermanos, tirar abajo a mi padre, y pisotear a mi madre, para llegar a Jesucristo.” “Si yo tuviera diez cabezas, dijo Henry Voes, todas serían cortadas por Cristo”. “Si cada pelo de mi cabeza, dijo John Ardley, un mártir; fuera un hombre, todos ellos debieran sufrir por la fe en Cristo”. “Deje que el fuego, las rejillas, las cadenas; dijo Ignacio, y todos los tormentos del infierno vengan sobre mí, así yo puedo ganar a Cristo”. El amor hizo a Jerónimo exclamar, Oh mi Salvador, ¿Por qué morir por amor a mí? Un amor más triste que la muerte; pero para mí una muerte más preciosa que el amor mismo. No puedo vivir, te amo, y amo tener más tiempo de Ti. A George Carpenter se le preguntó si él no amaba a su esposa e hijos, que se encontraban llorando delante de él, respondiendo: “¡Mi esposa y mis hijos! Son lo más amado para mí, que toda Baviera; sin embargo, por amor a Cristo, no los conozco”. Esa bendita virgen siendo condenada por el cristianismo al fuego, y teniendo su finca y la vida le ofrecieron si quería adorar a los ídolos, y gritó “Que el dinero perezca, y la vida se desvanezca, Cristo es mejor que todo”. Los sufrimientos de Cristo, son la mayor gloria de los santos: “Crudelitas vestra, gloria nostra” Su crueldad es nuestra gloria, ha dicho Tertuliano. Se ha dicho también de Babylas, que cuando estaba para morir por Cristo, él deseaba este favor: que sus cadenas puedan ser enterradas con él, como insignia de su honor. Así que mirad con qué supremo amor, con cual desbordante amor, los primeros santos han amado a Nuestro Señor Jesús; ¿y pueden, los cristianos fríos y que han disminuido su amor a Cristo, al leer sobre estos casos, no conmoverse?

  • Sin duda alguna, Cristo ha padecido por nosotros, lo más amado para nosotros debe ser Cristo; los más amargos sufrimientos han sido por nosotros, lo más dulce para nosotros debe ser Su amor, y debe ser aún más eminente nuestro amor por Él. Oh, dejen que el sufrimiento de Cristo repose cerca de sus corazones; sea Él vuestro maná, el árbol de vida, vuestra estrella de la mañana. Es mejor dejarlo todo que perder esta perla de gran precio. Cristo es la tubería de oro a través de la cual el aceite dorado de salvación corre; y, ¡cómo debe inflamar nuestro amor a Cristo! ¡Oh, que nuestros corazones fueran más afectados con los sufrimientos de Cristo! ¿Quién puede pisar sobre estas brasas, y su corazón no arde en amor a Cristo, y exclamar junto con Ignacio, Cristo mi amor ha sido crucificado? Si un amigo muriera por nosotros, ¡Cómo serían afectados nuestros corazones con su bondad! ¡Y el Dios de la Gloria que da su vida por nosotros! ¿no nos vemos afectados con su bondad? (1 Juan 4: 17 y 18). Saúl se vio afectado con la bondad de David perdonando su vida (1 Samuel 24:16) ¿Y no vamos a ser afectados con la bondad de Cristo, quien para salvar nuestra vida, perdió la suya? ¡Oh, el amor infinito de Cristo, que debió abandonar el seno de su Padre (San Juan 1:18), que descendió del cielo, y puede llevarnos al cielo (San Juan 14: 1-4), que Él siendo Hijo debió tomar forma de siervo (Filipenses 2: 5-8), que los esclavos fueron hechos hijos, de enemigos fueron hechos amigos, de ser los herederos de la ira a ser herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:17); ¡Que para salvarnos de la ruina eterna, Cristo debió apegarse a la nada, pero que estuvo dispuesto a hacerse carne, para estar en un pesebre, para ser tentado, abandonado, perseguido, y a morir en una cruz!
    ¡Oh, qué llamas de amor a Cristo deben encender estas cosas en todos nuestros corazones! El amor se compara con el fuego; amontonando amor sobre nuestro enemigo, que amontonaron carbones encendidos sobre su cabeza (Romanos 12: 19-20; Proverbios 26: 21) Ahora la propiedad del fuego es convertir todo lo que se encuentra en su propia naturaleza: el fuego hace que todas las cosas ardan; queden brasas de carbón; y ¿No es una maravilla, entonces, que la abundancia de Cristo, aun habiendo acumulado de los carbones ardientes de su amor sobre nuestras cabezas, seamos tan fríos como cadáveres respecto a nuestro amor a Él? ¡Ah! Que metal triste del que estamos hechos, que el amor ardiente de Cristo no inflama nuestro amor a Él. Moisés preguntó por qué la zarza no se consumía, cuando vio que ardía en fuego (Éxodo 3:3) Pero, por favor, si miran en sus propios corazones, ustedes verán una mayor maravilla, porque van a ver que, aunque ustedes caminan como esos tres jóvenes en el horno de fuego (Daniel 3), incluso en medio del ardiente amor de Cristo en llamas alrededor de vosotros; a pesar de eso, hay muy poco, muy poco de ese olor dulce del fuego del amor que se siente o se puede hallar en ustedes. ¡Oh! ¿Cuándo los sufrimientos de un Salvador amado y tierno de corazón encenderán una llama de amor en todo nuestro corazón, que deberá ir en aumento en nuestras vidas y labios, en todas las formas y en nuestras palabras, para alabanza y gloria de la Gracia? ¡Oh, que los sufrimientos de un Jesús amoroso puedan por fin hacernos enfermar de amor! (Cantares 2:5) ¡Oh, dejarlo para siempre estar en nuestros pechos! (Cantares 1:13) que ha dejado el seno de su Padre durante un tiempo, que Él pueda estar abrazado a nosotros siempre.

  • Traductora: Sarahi Canche Mas  Revisión: Natalia Armando , Celeste Canuto.

      Soli Deo Gloria !

sábado, 1 de octubre de 2016

Normas Cristianas - Por Samuel Rutherford


1.- Que las horas del día, en mayor o menor medida , sean dedicadas a Dios para la Palabra y la oración, no tratando de economizar las 12 horas, o el mediodía, y que al final debamos dedicar poco tiempo.
2.- En medio de nuestros quehaceres en el mundo, debe haber meditación respecto al pecado, la muerte, el juicio y la eternidad, con sólo emitir una o dos palabras en oración a Dios.
3.- Tenga cuidado de divagar en su corazón en la oración privada.
4.- No guarde resentimiento si de la oración no surge un sentido de alegría. Experimentar el abatimiento por el sentido de culpabilidad y el hambre, son a menudo lo mejor para nosotros.
5.- Que el Día del Señor, desde la mañana hasta la noche, siempre se consuma, ya sea en el culto privado o público.
6.- Que las palabras errantes sean examinadas, evitando pensamientos ociosos, la ira súbita y el deseo de venganza, teniendo cuidado incluso del modo de seguir la verdad, guardándonos de esto, ya que a menudo mezclamos nuestro celo con fuego salvaje.
7.- Aquel pecado que descubrimos, conocemos y revelamos, que está en contra de la conciencia, debe evitarse, ya que es el preparativo más peligroso para la dureza del corazón.
8.- Que en el trato con los hombres, la fe y la verdad; en los convenios y acuerdos, deben considerarse, que los tratos con los hombres sean con sinceridad; ya que la conciencia se puede hacer de palabras ociosas y mentiras, y que nuestro andar sea tal, como para que los que ven puedan hablar de manera honorable de nuestro Dulce Maestro y nuestra profesión.


Fuente: http://www.puritansermons.com/ruth/ruth7.htm
Traductora: Sarahi Canche Mas  Revisión: Natalia Armando