Post Tenebras Lux

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sábado, 12 de noviembre de 2016

¿Cuál es su versículo bíblico favorito?

¿Juan 3:16, tal vez?  ¿Romanos 8:28-29?

R.C. Sproul afirma que Génesis 15:17 es el versículo favorito de toda su vida …

¿De verdad?  “Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos”.

¿En verdad, R. C. ? ¿Qué?  Debe haber un error ….

¿De verdad?  ¿Un horno humeando?

¿De verdad?  ¿Una antorcha de fuego?

¿Qué está sucediendo aquí?

Dios había anunciado Su “pacto” con Abram.  Según Theopedia, esta palabra hebrea se deriva de una raíz que significa: “partir” y, por consiguiente, el pacto es una “partición”, haciendo referencia a la práctica antigua de partir o dividir animales en dos partes con las partes contratantes que pasaban entre ellas a la hora de hacer un pacto; ver por ejemplo Jeremías 34:18-19. Algunos sugieren que las partes del pacto afirman, en esencia, “Sea yo partido en dos como estos animales si fracaso en cumplir mi parte en este pacto”.

Así que lo que leemos en Génesis 15:17 es una “teofanía”, una manifestación externa y visible del Dios invisible.  (Como la zarza ardiente para Moisés, la columna de fuego durante el Éxodo …con frecuencia un tipo del fuego.  En el Nuevo Testamento,  leemos que Dios es un fuego consumidor.  Esta es una forma normal de revelarse a Sí mismo.)

Dios mismo se mueve entre las piezas de los animales.
Sólo Dios es quien pasa entre los animales sacrificados (¡mientras Abram duerme!), enfatizando nuevamente la naturaleza monergista de este pacto, así como el gran nivel de compromiso involucrado–
Dios mismo partiendo Su propia vida, como única garantía. 
Dios demostrando la veracidad de Su promesa para con Abram.

Dios estaba diciendo: “Si fracaso en cumplir mi promesa …¡SEA YO PARTIDO EN DOS!”

En Hebreos 6:13-18 leemos

“Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente.  Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”. 

Dios no podría jurar por alguien mayor, sino por Sí mismo. Él no podía decir: "levanto mi mano derecha", "ojalá me muera" o "por la tumba de mi madre".

R.C. Sproul dice, “¡Él no dejará de ser Dios aún cuando no cumpliera Su parte en el pacto!  ¡Puso Su propia deidad como garantía! ¡Que certeza! ¡Se rindió ante Su propia naturaleza!  Cuando me asalta la duda, deseo leer este pasaje.  Abraham no hace nada, ¡todo lo hace Dios!”

¡Un gran versículo para considerarlo como favorito!

Como lo dice Hebreos, ¡podemos tener “un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”!

A medida que lea su Biblia este año, haga una lista de sus versículos favoritos y tome nota de lo que vaya aprendiendo acerca de Dios.


Traductora: Natalia Armando

jueves, 6 de octubre de 2016

Los Legados de Thomas Brooks


[Extracto de su sermón de despedida en La Gran Expulsión. Aparentemente, no le fue permitido predicar el sermón, de modo que lo preparó por escrito. Esta es la conclusión, la cual consta de 27 "legados"] 
He de proseguir, como lo he dicho, y os dejaré algunos legados que, quiera Dios, por medio del dedo del Espíritu, puedan ser provechosos a aquellos a quienes no puedo hablar en persona. 

Legado 1. 
El primer legado que os dejaré, es el siguiente: Asegurad vuestro interés en Cristo; haced de él vuestra mayor ocupación, vuestra labor, vuestro cielo; asegurad vuestro interés en Cristo. Este no es el tiempo ni la hora para que el hombre se debata entre el temor y la esperanza, entre la duda y la fe. 
No busquéis haceros de un nombre por el cual vivir, si aún no habéis despertado a la fe en Dios ni a la fe en Cristo; no busquéis vivir de las apariencias, ni de los privilegios externos. Ellos clamaban: 'El templo del Señor, el templo del Señor', cuando no tenían interés alguno, ni amor alguno por el Señor del templo. Seguir a Dios hace inútiles todos los medios para retener todos vuestros benditos intereses propios.
Legado 2. 
Haced de Cristo y de las Escrituras el único fundamento para vuestras almas y para cimentar vuestra fe: tal como lo dijo el apóstol: 1 Cor. 3. 11, 'Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo'. Is. 28. 16: ‘He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable'. Ef. 2. 10. Así como es muy peligroso, tanto como lo son de valiosas vuestras almas y la eternidad, que construyeren sobre un fundamento que no sea Jesucristo; muchos dirán: “Venid, construid sobre esta autoridad, o sobre este otro cimiento”, es necesario tener cuidado. 
Legado 3. 
En todo lugar y cualesquiera sean vuestras compañías, aseguraos de conservar vuestras almas limpias: no vayáis a ningún lugar ni tengáis compañía alguna, a menos que podáis conservar vuestras almas limpias; esto es, tener de ellas un cuidado santo y andar sabiamente. Como sabéis, en tiempos infecciosos, los hombres llevan conservantes externos; necesitarán conservar limpias vuestras almas, de lo contrario, estaréis en peligro de contraer infecciones a causa de las malas costumbres y las vanidades de los tiempos en que vivís, y este es el tercer legado. 
[En el siglo 17, se creía que el aire viciado causaba muchas enfermedades. La gente, entonces, llevaba bolsas de hierbas para “conservar" el aire limpio]. 
Legado 4. 
Os dejaré con esto: Cuidad que todo lo que hay dentro de vosotros vaya más y más en aumento, por medio de la oposición, las amenazas y los sufrimientos; esto es, que vuestra fe, vuestro amor, vuestro coraje, vuestro celo, vuestras resoluciones y magnanimidades vayan más y más en aumento por medio de la oposición y de un espíritu de oración. Así fue como lo hicieron en Hechos 4.18-21, 29-31; todo el sufrimiento que padecieron no hizo más que infundir un espíritu más noble en ellos, no hizo más que incrementar su fe y coraje. De modo que en Hechos 5. 40-42, lo vieron como habiendo sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa de Cristo, a pesar de haber sido indignos por los hombres, y de haber sido tenidos por honrados por causa de Cristo, a pesar de haber sido deshonrados por los hombres. Dijeron como David, 'Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado'. Si he de ser vil por andar con mi Dios, por actuar como mi Dios, seré aún más vil. 
Legado 5. 
Sufrid más penalidades y sed más conscientes de guardarse del pecado que de sufrir; de la contaminación y de la corrupción del día, que de los sufrimientos de él. Ruego que consideréis este legado; sufrid más penalidades, y sed más conscientes de guardarse de la maldad del pecado que de la maldad del castigo, de la contaminación y corrupción de los tiempos que de los sufrimientos de éstos: Hechos 2. 40, 'Sed salvos de esta perversa generación'. Fil. 2 15, 'para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa. Heb. 11 Habla enteramente del punto que nos ocupa. Ap. 3. 4, 'Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas'. El blanco era el color de la vestidura de los nobles, el cual reflejará el honor que Dios pondrá en aquellos que guardan sus vestiduras puras en un día corrupto. Ap. 18. 4, 'Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas'. Si probáis y bebéis de la copa de Babilonia, deberéis estar resueltos a recibir más o menos de las plagas de Babilonia. 
Legado 6. 
Os dejaré con esto: Haced o recibid el bien, siempre. Nuestro Señor y Maestro iba de aquí para allá en este mundo haciendo el bien; Él siempre hacía el bien al cuerpo y al alma; siempre estaba motivado por un poder incansable. Manteneos haciendo o recibiendo el bien. Esto hará que vuestras vidas tengan mayor consuelo, vuestras muertes más dichosas y vuestras cuentas gloriosas en el gran día de nuestro Señor. ¡Oh! ¡Cuán inútiles son muchos hombres de esta generación! ¡Oh! Que nuestros labios pudieran destilar tanta miel, que pudiéramos esparcir conocimiento! 
Legado 7. 
Os dejaré con esto: Buscad los mayores ejemplos de gracia y los modelos más elevados de piedad para imitar. En los asuntos de la fe, poned delante de vosotros a un Abraham; en los asuntos del coraje, buscad a un Josué; en los asuntos de rectitud, buscad a un Job; de la mansedumbre, a un Moisés . Los cristianos se crean sus propias desventajas mirando hacia atrás, en lugar de mirar hacia adelante. Los hombres miran a aquéllos a quienes superan, no a aquéllos a quienes consideran inalcanzables. De todos los ejemplos, poned delante de vosotros a los que sean más eminentes en gracia y santidad para tener comunión con Dios y para trabajar para Él. Junto con Cristo, poned delante de vosotros a los modelos de santos más escogidos. 
Legado 8. 
Aferraos a vuestra integridad y despojaos de todo lo demás. Es mejor que un hombre se despoje de su libertad, de sus propiedades, de sus relaciones y de su vida, antes que de su integridad. Sí, quitad vuestros decretos, si éstos no pueden ir de la mano de vuestra integridad: Job 27 5, 6, 'Nunca tal acontezca que yo os justifique; hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad. Mi justicia tengo asida, y no la cederé; no me reprochará mi corazón en todos mis días'. Mirad, así como el hombre que ahogándose se aferra a aquello que pueda salvarle, así como el soldado se aferra a su espada y a su escudo del cual depende su vida, del mismo modo, dijo Job, 'No quitaré de mí mi integridad; mi corazón no me reprochará en todos mis días. Es mejor que el mundo me reproche y que mi corazón me justifique, antes que mi corazón me reproche y el mundo me justifique'. El hombre no hará más que un triste intercambio si cambia su integridad por cualquier preocupación terrenal. La integridad que se mantiene en el alma será un banquete de grosuras en los peores días; pero dejad que un hombre pierda su integridad y no podrá disfrutar del banquete de grosuras en su alma ni con todo el poder de este mundo. 
Legado 9. 
Esto también os diré: No dejéis pasar un solo día sin que todo vuestro ser se haga un examen minucioso. Es decir, ¿a dónde han estado sirviendo hoy? En cuanto a las manos, ¿qué han estado haciendo para Dios hoy? En cuanto a la lengua, ¿qué han hablado para Dios hoy? Esta será una ventaja para vosotros en muchas maneras, pero sólo puedo referiros estas enseñanzas. 
Legado 10. 
Trabajad con todas vuestras fuerzas para tener un espíritu sanador. Os dejaré este legado con un sentido de gran preocupación. Reitero: Trabajad con todas vuestras fuerzas para tener un espíritu sanador. Despojaos de cualquier nombre discriminatorio o de cualquier cosa que pueda impedir la aplicación de un bálsamo para sanar vuestras heridas. Trabajad para tener un espíritu sanador. Las discordias y las divisiones no son de cristianos. Si los lobos dañan a los corderos, no hay de qué sorprenderse; pero si un cordero daña a otro, eso no es natural y resulta monstruoso. Dios ha hecho que Su ira arda contra nosotros a causa de las divisiones y por los daños en los corazones que hemos provocado. Trabajad por una unidad en amor y en afecto por cada uno que es uno con Cristo. Dejad que sus formas sean como deseen, porque esto es de mayor agrado al corazón de Cristo, debe ser de agrado a nuestros propios corazones y es Su propia gracia y santidad. La pregunta debería ser, ¿Qué hay del Padre, qué hay del Hijo y qué hay del Espíritu Santo que brille en tal o cual persona? Y según esto, dejad que vuestro amor y vuestro afecto fluyan. Este es el décimo legado. 
Legado 11. 
Procurad dedicaros más a practicar los ejercicios espirituales de la religión. Mejorad este legado, porque mucho de la vida y del consuelo, el gozo y la paz de vuestras almas se encuenran en él. Os digo, procurad dedicaros más a practicar los ejercicios espirituales de la religión. Existen ejercicios externos como oír, predicar, orar y reunirse; también existen los ejercicios más espirituales de la religión como el ejercicio de la gracia, la meditación, la introspección y el examen. El ejercicio físico de nada aprovecha si se abstrae de los que son más espirituales. La gloria que Dios muestra, y las ventajas del Consuelo de vuestras almas surgen de los ejercicios espirituales de la religión. ¿¡Qué extraño resulta encontrar a hombres que se dediquen a la meditación, a la introspección y al examen, y a traer al hogar las verdades a sus propias almas! 
Legado 12. 
No pongan vuestra confianza en verdad alguna, sino que habéis de examinarlo todo, 1 Ts. v. 21, también 1 Juan 4. 1, Hechos 17. 11. Fue la gloria de aquella iglesia que no confiaron únicamente en Pablo; ni siquiera en él a pesar de que los aventajaba a todos por tener las cualidades externas; no, ni siquiera Pablo. No pongan vuestra confianza en verdad alguna; pesadlas en la balanza del santuario. Si no pueden ser sopesadas, rechazadlas. 
Legado 13. 
Cuanto menos oportunidades y ventajas tengáis de mejorar y enriquecer vuestras almas en público, con mayor diligencia y abundancia dirigid vuestras almas a Dios en privado: Mal. 3. 16, 17, 'Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero”.  
Legado 14. 
Andad de manera tal que sea directa y contraria a la manera vana, pecaminosa y supersticiosa en que lo hacen los hombres formales, carnales y de espíritu tibio; esta es la gran preocupación de los cristianos. Abundad en ello. 
Legado 15. 
Mirad las cosas de este mundo como lo haríais al momento de morir. ¡Con cuán poca importancia miran los hombres las cosas de este mundo al momento de morir! ¡Cuán poco valor le dan los hombres a la pompa y la Gloria de este mundo, cuando se está a un paso entre ellos y la eternidad! Ellos pudieran ponerse un disfraz, pero luego aparecerán con sus verdaderos colores. Ellos no se aventurarían a perder esas cosas que consideraban tan valiosas, pero miradlos ahora, como lo harían en su último día. 
Legado 16. 
Jamás acalléis vuestra conciencia con ningún alegato o argumento que no os atreváis a defender aquel gran día, cuando hemos de rendir cuentas. Es muy terrible considerar cuántos en estos días acallan sus conciencias. Hemos hecho esto o aquello por nuestras familias, de lo contrario, hubiéramos perecido. He cumplido con esto, pero he perjudicado mi conciencia por este o aquel asunto. ¿Podrá un hombre presentar tal argumento cuando comparezca ante Jesucristo en el día postrero? Por causa de las almas de los hombres, muchos alegaron esto o aquello. Cristo no tiene la necesidad de defender formas indirectas de salvar almas; Él cuenta con medios suficientes para atraer las almas a Sí mismo. 
Legado 17. 
Que vuestros ojos, mentes y corazones atesoren con mayor avidez las obras espirituales y eternas de Dios en vuestras almas, que las providencias externas de Dios en el mundo. Amados, Dios mira que consideremos la obra de sus manos; y menospreciarla le resulta sumamente provocador, tanto que les amenaza con llevarlos a la cautividad por no considerarla. Pero, por sobre todas las cosas, mirad la obra que Dios está llevando a cabo en vuestras almas. No es el alma en sí misma, sino la obra que Él está haciendo allí, sea cegando o iluminando, mejorando o empeorando; por tanto, mirad lo que Dios está haciendo en vuestras almas. Todos los movimientos de Dios dentro de vosotros son pasos hacia la eternidad, y toda alma será bendita o maldita, salvada o perdida por toda la eternidad, no de acuerdo con las dispensaciones externas, sino de acuerdo con el obrar interno de Dios en vuestras almas. Observad la obra purificadora, reformadora, santificadora, Él está presente en vuestro espíritu; Él está obrando en ese pequeño mundo dentro de vosotros. Si Dios jamás hubiera llevado a cabo una obra tan gloriosa en este mundo, como la conquista de este mundo para Cristo, ¿qué provecho tendríais vosotros si el pecado, Satanás y el mundo triunfaran en vuestras almas y prevalecieran allí? 
Legado 18. 
Mirad el lado positivo y el lado negativo de las cosas; mirad el lado positivo de la providencia, así como también el lado negativo de la misma. Amados, hay una gran debilidad entre los cristianos; siempre ven el lado negativo de la providencia, que no se detienen a considerar el lado positivo de ella. Si miran el lado negativo de la providencia de Dios en la vida de José, ¡cuán terrible y sorprendente fue! Pero si miran el lado positivo, su reinado de ochenta años, ¡cuán glorioso fue! Si miran el lado negativo de la providencia de Dios en la vida de David en su destierro de cinco años, muchos se levantarían para atemorizarles; pero si miran el lado positivo, su reinado de cuarenta años en gloria, ¡cuán afable fue! Mirad el lado negativo de la providencia de Dios en la vida de Job, ¡oh, cuán terrible fue en los primeros tiempos! Pero comparadlo con los últimos años de Job, donde se encuentra el lado positivo de las cosas, y allí Dios le duplica todas Sus misericordias. Considerad la paciencia de Job y el final que el Señor tuvo para él. No recordéis el principio solamente, puesto que ese era solo el lado negativo; mirad también el final, y allí encontraréis el lado positivo. Los cristianos se evitarían muchos pecados, muchas tentaciones y mucha aflicción si vieran tanto el lado positivo como el lado negativo de la providencia. 
Legado 19. 
Procurad tener los pensamientos más preciosos acerca de Dios, en lugar de alimentar los pensamientos más agrios, más punzantes y más severos acerca de Sus dispensaciones: Sal. 22. 1-3, 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; 
Y de noche, y no hay para mí reposo”. El salmista se encontraba en medio de las dispensaciones más duras, mas, ¡cuán preciosos eran sus pensamientos acerca de Dios después de todo: 'Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel: aunque estoy afligido, Tú eres santo'; Sal. 65. 5, 'Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia, Oh Dios de nuestra salvación”. 
Legado 20. 
Proseguid y perseverad haciendo el bien, sea cuando haya estímulos externos, y a pesar de los obstáculos. No tiene ningún valor perseverar cuando no hay más que estímulos externos; mas perseverar a pesar de los obstáculos es un deber cristiano: Sal. 44:17-19, 'Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti, y no hemos faltado a tu pacto. No se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos, para que nos quebrantases en el lugar de chacales, y nos cubrieses con sombra de muerte'. Es la perseverancia la que corona a todos; 'Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida', Ap. 2. 10; 'Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo' Mt. 24 Es la perseverancia haciendo el bien la que coronará todas nuestras acciones. Si habéis comenzado por el Espíritu, no acabéis en la carne; no os alejéis del Capitán de vuestra salvación; seguid al Cordero, aunque los demás sigan a la bestia y a los falsos profetas. 
Legado 21. 
En todas vuestras acciones naturales, civiles y religiosas, dejad que la Gloria divina repose en vuestras almas, Ro. 14. 7, 8, 1 Cor. 10. 31. En todas vuestras actitudes, en todas vuestras oraciones, dejad que todo sea para la Gloria de Cristo; en todos vuestros deberes privados, dejad que la gloria de Cristo permanezca cerca de vuestros corazones. 
Legado 22. 
Recordad todos los favores, las bondades, las providencias y las experiencias especiales. Es verdad, un hombre no debería hacer nada más que recordar todos los favores y experiencias que Dios tuvo para con él; y por tanto, mi legado es que, procurad recordar todos los favores especiales, las experiencias peculiares. Es posible que poco sepáis de cuán provechoso es para vuestras almas llevar una cuenta de las experiencias de los resplandores de Su rostro, de la guía de Su Espíritu. Un cristiano pierde mucho al descuidar este deber. 
Legado 23. 
Jamás juzguéis el estado de vuestras almas, a menos que vuestros corazones se encuentren en las mejores condiciones, y con el temperamento adecuado. La gran trampa de Satanás es cuando el alma se ve desamparada y extrañamente afligida y la incita a trabajar arduamente. “Ven, mira el mundo que te mereces, mira cómo puedes estar en mejores condiciones, para tener un interés en Cristo, un título en el cielo”. No es tiempo de ocuparos en ello. Vuestro trabajo ahora es escapar de esta tentación y por consiguiente, orad y creed, y esperad en Dios, y encontraréis esos caminos por los que podréis huir de la tentación. 
Legado 24. 
Siempre haced de la Escritura, - y no de vosotros mismos, ni de vuestro razonamiento carnal, ni de vuestra propia opinión -, la que juzgue vuestro propio estado y condición espirituales. No puedo ver que mi condición sea buena. No puedo percibirla. ¡Qué! ¿deben vuestros sentidos y vuestro razonamiento carnal ser los jueces de vuestro estado espiritual? Is. 8.20, '¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido'. Juan 12. 48, 'La palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero'. Es la Escritura la que debe determinar el caso en el día postrero, sea que tengáis gracia o no, o sea verdad o no. 
Legado 25. 
Sed conscientes de hacer del bien vuestra cláusula dada por Cristo. Conocéis las condiciones, cómo debéis negaros a vosotros mismos, tomar Su cruz y seguir al Cordero adondequiera que vaya. Ahora, vosotros habéis de tomar la cruz, negaros a vosotros mismos, seguir al Cordero una y otra vez, contra viento y marea. No deis la espalda a Cristo; lo peor de Cristo es mucho mejor que lo mejor de este mundo. Sed conscientes de hacer del bien vuestra cláusula al negaros a vosotros mismos, vuestro ser natural, vuestro ser pecaminoso, vuestro ser religioso, a fin de seguirle a Él; y si así hiciereis, ¡oh! ¡qué honor será para Cristo, cuán provechoso para vuestras almas y qué gozo para los rectos! 
Legado 26. 
No viváis conforme a ninguna regla, a menos que os atreváis a morir por ella y a defenderla en el gran día del Señor Jesucristo. Podéis tener muchas formas prescritas para adorar; mas no dependáis de ninguna de ellas si no os atrevéis a morir por ella ni a defenderla ante Jesucristo. No andéis según una multitud, que no se atreve a defender esa regla cuando sea la hora de morir por Él.
No hagáis de los ejemplos de aquellos grandes hombres una regla por la cual vivir, por quien morir o por defender en el día en que hemos de dar cuentas. No establezcáis una autoridad que está en franca oposición a la autoridad de Cristo como si se tratase de una regla por la que vivir, ni por quién morir delante de Jesucristo. ¡Ah, señores! No viváis conforme a ninguna regla, a menos que os atreváis a morir por ella y a defenderla en el gran día postrero. 
Legado 27. 
Y por último, sentaos y alegraos con temor: Sal. 2, 'Regocijaos los justos, y alegraos con temblor'. Alegraos que Dios haya purificado vuestras almas por medio del evangelio eterno; que no os ha dejado hasta haberos hecho aceptos, de haber tomado y sellado vuestras almas a Cristo, de una vez y para siempre; y de infundir vuestro interés en Él. ¡Alegraos de que se os haya predicado el evangelio eterno!, que os ha traído tanta luz, pureza, poder y Gloria durante tantos años juntos. Alegraos en las riquezas de la gracia que tiene para brindaros. Y llorad, pues han provocado que Dios quitara el evangelio, que vosotros no lo habéis mejorado; que habéis descuidado los tiempos y las oportunidades de enriquecer vuestras almas. Cuando debierais venir a tener compañerismo en la iglesia, cualquier cosa se cruzaba en vuestro camino. ¡Oh! Sentaos y temblad a causa de vuestra esterilidad, de todas vuestras flaquezas, sin importar todo cuanto han costado a Dios, que vosotros no habéis crecido más en vuestra comunión con Él, ni en conformidad con Él, ni en la esperanza viva de los frutos eternos para Él. Estos son vuestros legados, y quiera el Señor hacer que den fruto en vuestras almas y entonces, serán de un uso singular para vosotros, para preservaros gozosamente a la hora de dar cuentas delante del gran y glorioso Dios. Trabajad conscientemente para poner estos legados en práctica, alimentaos de ellos, porque serán útiles para nosotros, hasta que seamos reunidos en la culminación con Dios, donde ya no necesitaremos más ordenanzas, predicación ni oración. 

Traductora: Natalia Armando   Revisión: Celeste Canuto
SOLI DEO GLORIA! 

martes, 4 de octubre de 2016

¡El Amor del Señor Jesucristo! Por Thomas Brooks


  • Mirad que vosotros améis al Señor Jesucristo con un amor supremo, con un desbordado amor. No hay nadie que haya sufrido tanto por ustedes como Cristo. La mínima medida de la ira que Cristo ha soportado por ustedes, habría roto los corazones, cuellos y espaldas de todos los seres creados.
  • ¡Oh mis amigos! No hay amor, sino un amor supremo que de ninguna manera se hace adecuado a los sufrimientos trascendentes del amado Jesús. Oh, ámenlo por encima de vuestros deseos, ámenlo por encima de vuestras diversas relaciones, ámenlo por encima del mundo, ámenlo por encima de todas vuestras alegrías y placeres; sí, ámenlo por encima de vuestra propia vida; por eso los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los santos, los cristianos primitivos, y los mártires antiguos han amado a nuestro Señor Jesucristo con un amor desbordante: “Y ellos han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12:11); es decir, desecharon y despreciaron sus vidas, exponiéndose al peligro y a la pérdida por amor al Cordero que “los había lavado en su sangre”. He leído acerca de uno llamado Kilian, un maestro de escuela holandesa, que se le preguntó si no amaba a su esposa e hijos, el respondió; “que ellos eran todo el mundo, una pieza de oro, y si de sus manos dependiera dejaría todas las cosas a los pies de sus enemigos para vivir con ellos en una prisión; pero que su alma y su Salvador son lo más amado para él, más que todos”. “Si mi padre; dice Jerónimo, estuviera delante de mí, y mi madre colgara de mí cuello, y mis hermanos presionaran sobre mí; desearía irrumpir entre mis hermanos, tirar abajo a mi padre, y pisotear a mi madre, para llegar a Jesucristo.” “Si yo tuviera diez cabezas, dijo Henry Voes, todas serían cortadas por Cristo”. “Si cada pelo de mi cabeza, dijo John Ardley, un mártir; fuera un hombre, todos ellos debieran sufrir por la fe en Cristo”. “Deje que el fuego, las rejillas, las cadenas; dijo Ignacio, y todos los tormentos del infierno vengan sobre mí, así yo puedo ganar a Cristo”. El amor hizo a Jerónimo exclamar, Oh mi Salvador, ¿Por qué morir por amor a mí? Un amor más triste que la muerte; pero para mí una muerte más preciosa que el amor mismo. No puedo vivir, te amo, y amo tener más tiempo de Ti. A George Carpenter se le preguntó si él no amaba a su esposa e hijos, que se encontraban llorando delante de él, respondiendo: “¡Mi esposa y mis hijos! Son lo más amado para mí, que toda Baviera; sin embargo, por amor a Cristo, no los conozco”. Esa bendita virgen siendo condenada por el cristianismo al fuego, y teniendo su finca y la vida le ofrecieron si quería adorar a los ídolos, y gritó “Que el dinero perezca, y la vida se desvanezca, Cristo es mejor que todo”. Los sufrimientos de Cristo, son la mayor gloria de los santos: “Crudelitas vestra, gloria nostra” Su crueldad es nuestra gloria, ha dicho Tertuliano. Se ha dicho también de Babylas, que cuando estaba para morir por Cristo, él deseaba este favor: que sus cadenas puedan ser enterradas con él, como insignia de su honor. Así que mirad con qué supremo amor, con cual desbordante amor, los primeros santos han amado a Nuestro Señor Jesús; ¿y pueden, los cristianos fríos y que han disminuido su amor a Cristo, al leer sobre estos casos, no conmoverse?

  • Sin duda alguna, Cristo ha padecido por nosotros, lo más amado para nosotros debe ser Cristo; los más amargos sufrimientos han sido por nosotros, lo más dulce para nosotros debe ser Su amor, y debe ser aún más eminente nuestro amor por Él. Oh, dejen que el sufrimiento de Cristo repose cerca de sus corazones; sea Él vuestro maná, el árbol de vida, vuestra estrella de la mañana. Es mejor dejarlo todo que perder esta perla de gran precio. Cristo es la tubería de oro a través de la cual el aceite dorado de salvación corre; y, ¡cómo debe inflamar nuestro amor a Cristo! ¡Oh, que nuestros corazones fueran más afectados con los sufrimientos de Cristo! ¿Quién puede pisar sobre estas brasas, y su corazón no arde en amor a Cristo, y exclamar junto con Ignacio, Cristo mi amor ha sido crucificado? Si un amigo muriera por nosotros, ¡Cómo serían afectados nuestros corazones con su bondad! ¡Y el Dios de la Gloria que da su vida por nosotros! ¿no nos vemos afectados con su bondad? (1 Juan 4: 17 y 18). Saúl se vio afectado con la bondad de David perdonando su vida (1 Samuel 24:16) ¿Y no vamos a ser afectados con la bondad de Cristo, quien para salvar nuestra vida, perdió la suya? ¡Oh, el amor infinito de Cristo, que debió abandonar el seno de su Padre (San Juan 1:18), que descendió del cielo, y puede llevarnos al cielo (San Juan 14: 1-4), que Él siendo Hijo debió tomar forma de siervo (Filipenses 2: 5-8), que los esclavos fueron hechos hijos, de enemigos fueron hechos amigos, de ser los herederos de la ira a ser herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:17); ¡Que para salvarnos de la ruina eterna, Cristo debió apegarse a la nada, pero que estuvo dispuesto a hacerse carne, para estar en un pesebre, para ser tentado, abandonado, perseguido, y a morir en una cruz!
    ¡Oh, qué llamas de amor a Cristo deben encender estas cosas en todos nuestros corazones! El amor se compara con el fuego; amontonando amor sobre nuestro enemigo, que amontonaron carbones encendidos sobre su cabeza (Romanos 12: 19-20; Proverbios 26: 21) Ahora la propiedad del fuego es convertir todo lo que se encuentra en su propia naturaleza: el fuego hace que todas las cosas ardan; queden brasas de carbón; y ¿No es una maravilla, entonces, que la abundancia de Cristo, aun habiendo acumulado de los carbones ardientes de su amor sobre nuestras cabezas, seamos tan fríos como cadáveres respecto a nuestro amor a Él? ¡Ah! Que metal triste del que estamos hechos, que el amor ardiente de Cristo no inflama nuestro amor a Él. Moisés preguntó por qué la zarza no se consumía, cuando vio que ardía en fuego (Éxodo 3:3) Pero, por favor, si miran en sus propios corazones, ustedes verán una mayor maravilla, porque van a ver que, aunque ustedes caminan como esos tres jóvenes en el horno de fuego (Daniel 3), incluso en medio del ardiente amor de Cristo en llamas alrededor de vosotros; a pesar de eso, hay muy poco, muy poco de ese olor dulce del fuego del amor que se siente o se puede hallar en ustedes. ¡Oh! ¿Cuándo los sufrimientos de un Salvador amado y tierno de corazón encenderán una llama de amor en todo nuestro corazón, que deberá ir en aumento en nuestras vidas y labios, en todas las formas y en nuestras palabras, para alabanza y gloria de la Gracia? ¡Oh, que los sufrimientos de un Jesús amoroso puedan por fin hacernos enfermar de amor! (Cantares 2:5) ¡Oh, dejarlo para siempre estar en nuestros pechos! (Cantares 1:13) que ha dejado el seno de su Padre durante un tiempo, que Él pueda estar abrazado a nosotros siempre.

  • Traductora: Sarahi Canche Mas  Revisión: Natalia Armando , Celeste Canuto.

      Soli Deo Gloria !

sábado, 1 de octubre de 2016

Normas Cristianas - Por Samuel Rutherford


1.- Que las horas del día, en mayor o menor medida , sean dedicadas a Dios para la Palabra y la oración, no tratando de economizar las 12 horas, o el mediodía, y que al final debamos dedicar poco tiempo.
2.- En medio de nuestros quehaceres en el mundo, debe haber meditación respecto al pecado, la muerte, el juicio y la eternidad, con sólo emitir una o dos palabras en oración a Dios.
3.- Tenga cuidado de divagar en su corazón en la oración privada.
4.- No guarde resentimiento si de la oración no surge un sentido de alegría. Experimentar el abatimiento por el sentido de culpabilidad y el hambre, son a menudo lo mejor para nosotros.
5.- Que el Día del Señor, desde la mañana hasta la noche, siempre se consuma, ya sea en el culto privado o público.
6.- Que las palabras errantes sean examinadas, evitando pensamientos ociosos, la ira súbita y el deseo de venganza, teniendo cuidado incluso del modo de seguir la verdad, guardándonos de esto, ya que a menudo mezclamos nuestro celo con fuego salvaje.
7.- Aquel pecado que descubrimos, conocemos y revelamos, que está en contra de la conciencia, debe evitarse, ya que es el preparativo más peligroso para la dureza del corazón.
8.- Que en el trato con los hombres, la fe y la verdad; en los convenios y acuerdos, deben considerarse, que los tratos con los hombres sean con sinceridad; ya que la conciencia se puede hacer de palabras ociosas y mentiras, y que nuestro andar sea tal, como para que los que ven puedan hablar de manera honorable de nuestro Dulce Maestro y nuestra profesión.


Fuente: http://www.puritansermons.com/ruth/ruth7.htm
Traductora: Sarahi Canche Mas  Revisión: Natalia Armando

viernes, 30 de septiembre de 2016

Consejos sobre como escuchar un Sermón - Thomas Watson


1) Prepárese para oír la Palabra y bañar su alma en oración.
2)Venga a la Palabra con un apetito santo y un corazón sensible, dispuesto a aprender.
3) Permanezca atento a la Palabra predicada.
4) Reciba con mansedumbre la palabra implantada (Santiago 1:21).
5) Mezcle la Palabra anunciada con fe.
6) Esfuércese por retener lo que fue predicado y ore al respecto de la Palabra proclamada.
7) Coloque la Palabra en práctica . Sea practicante de la Palabra.
8) Ruegue al Espíritu que acompañe la Palabra con bendición eficaz.
9)Familiarícese con la Palabra, compartiendola con otros.

(Fuente:  Viviendo para la Gloria de Dios- Joel Beeke p 228 (Thomas Watson, Heaven Talken by Storm p 16 -18 e a Body of Divinity p. 377-379)

Traducción: Adriano y Celeste Canuto.

jueves, 18 de agosto de 2016

"Mostrando Compasión al Prójimo" Presbítero José Mário Da Silva

El episodio bíblico sobre el cual discurriremos en nuestra meditación dominical fue registrado por tres evangelistas: Mateo, Marcos y Lucas. Con las leves variaciones de puntos de vista propios a la perspectiva adoptada por cada narrador, el tópico central de los relatos es el mismo, esto es la revelación del inmenso poder de Dios manifestado en favor de un hombre paralítico. El texto sagrado nos informa que algunos hombres fueron a Jesucristo y llevaron a él un paralítico que yacía en un lecho. La identidad de tales hombres para nosotros es completamente desconocida. No sabemos nada acerca de ellos. Sus nombres, el lugar donde vivían, a que familia ellos pertenecían, la profesión ejercida, ninguna de esas informaciones es presentada por el sacro narrador. Quiso el Espíritu Santo, autor principal de las Sagradas Escrituras, que nada supiéramos acerca de tales hombres, salvo el gesto bonito que tuvieron al llevar a alguien que sufría de parálisis de sus movimientos al único ser que no solamente podía hacer lo más fácil, curarle la enfermedad, como lo más difícil, lo que verdaderamente es imposible para los hombres, perdonar pecados, cancelar la trágica culpa derivada de ellos y conceder la bendición de la salvación a todo el que en él deposita fe irrestricta. Aquellos hombres tuvieron compasión del paralítico y lo condujeron a nuestro bondadoso y bendito Salvador y Señor Jesucristo.  No fue fácil la tarea de ellos, antes repleta de diversos obstáculos. Primero, aunque no sepamos la distancia que ellos recorrieron hasta llegar a la casa en que Jesucristo se encontraba, es bastante probable que la travesía emprendida haya sido agotadora e incómoda. Después, ellos tuvieron que enfrentar la multitud que abarrotaba la residencia en que Jesús estaba presente, enseñando la Palabra de Dios. Este es un dato recurrente en los evangelios: donde Jesús estaba, estaban también, no siempre impelidas por la motivación correcta, multitudes ávidas por los milagros operados por el Hijo de Dios. Por último, imposibilitados de entrar en la casa, ellos tuvieron que encontrar una brecha en el techo a fin de pasar por el y colocar el paralítico cara a cara con el Señor de la vida ,a a quien pertenece indudablemente el don de la salvación, Tales hombres, anónimos, movidos por la solidaridad generosa, se apiadaron del pobre y sufrido paralítico y lo llevaron a Jesús. Gesto bonito, cuyo registro supervisado por el Espíritu Santo, no escapó de la óptica atenta de tres inspirados evangelistas. ¿Qué lecciones podemos extraer del relato tan sublime? En nuestro caminar con Dios, ¿hemos sido capaces de contemplar los paralíticos espirituales que nos rodean, cuyas almas son esclavisadas por el pecado, que los hace infelices y los aparta de Dios? ¿Tenemos compasión de los que sufren y les extendemos las manos o confiamos en los limites de una espiritualidad ortodoxa, pero indiferente, fría y autosuficiente? A veces, pienso que ese es uno de los grandes riesgos que ronda a muchos de nosotros que alardeamos de poseer una fe anclada en los pilares de la Reforma Protestante. Nos tornamos académicos, sin caridad, "dueños de la verdad" e indigentes en gestos que indican, de hecho, que el amor de Dios es real en nuestras vidas. Cuando eso sucede, poco importa que haya paralíticos a nuestro alrededor. Nuestra insensibilidad no permitirá que los contemplemos, ni mucho menos que sintamos ardiente deseo de llevarlos al Salvador. Dios tenga piedad de nosotros.

Traducción: Celeste y Adriano Canuto

miércoles, 25 de mayo de 2016

"La Evangelización en la Perspectiva Cristocéntrica (Parte I)" Presbítero José Mário Da Silva

 Una de las tareas más importantes de la iglesia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo en su peregrinación triunfante y sufrida sobre faz de la tierra, su primordial misión es la de anunciar el evangelio de la salvación; proclamar la gran redención que la Trinidad bendita providenció para una humanidad caída y completamente destituida de la gloria de Dios.

 En el ámbito del reino de Dios, que es sumamente amplio y abarca la esfera de todas las realidades creadas, la iglesia de Jesucristo pontifica como la agencia y el vehículo de proclamación "de las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1Pedro 2:9 b).

La iglesia no es portadora de un programa político revolucionario, ni mucho menos de una irresistible filosofía de vida. La iglesia de Jesucristo, "Columna y baluarte de la verdad" en las palabras inspiradas del apóstol Pablo, posee, esto sí, un mensaje, que ésta recibió de las manos del Señor y Salvador Jesucristo: el mensaje del evangelio, encarnada en la vida y obra del Hijo de Dios: en su encarnación, vida santa, muerte expiatoria sustitutiva; y por último, resurrección justificadora. Así, evangelizar no es dar testimonios de lo que Dios hizo por mí de manera subjetiva y, normalmente, con énfasis vinculado a las bendiciones terrenas, sino, sí, anunciar lo que, objetivamente, él realizó en la cruz del calvario en la persona de su Hijo Jesucristo, teniendo como finalidad, sin desvíos, salvar pecadores de la esclavitud del pecado y de la perdición eterna.

  El perfecto patrón de una acción evangelizadora verdaderamente bíblica es la que podemos desprender del encuentro que hubo entre Jesucristo y el joven rico, episodio registrado en los evangelios sinópticos. El joven rico, lleno de justicia propia como ocurre con todo ser humano descendiente de Adán, se aproxima a Jesucristo y le pregunta: "Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?" (Mateo 19:16). La pregunta del joven rico es una exacta traducción de aquello que las religiones, cada una de su manera particular, son, enseñan, y hacen, en relación a constituirse en medios a través de los cuales los hombres presumen que pueden ser salvos no sólo de los pecados que cometen, sino de la condición de pecadores caídos, muertos y puestos en la mira certera y sin desvíos de la justa ira de Dios.

 Usted, que está leyendo esta dominical meditación y que piensa que puede ser salvo por sus esfuerzos y supuestos méritos, medite seriamente en lo que dice la infalible Palabra de Dios: "Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán cubiertos; sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña esta en sus manos". (Isaías 59:6). El lenguaje adoptado por el profeta Isaías es similar a la que Moisés emplea en el relato de la caída de nuestros primeros padres. En la narración original del libro de Génesis, en éste se dice que después que nuestros primeros padres hubieron pecado, "entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales" (Génesis 3:7). Debemos estar atentos para la precisión quirúrjica del relato bíblico: Adán y Eva intentaron hacer ropas para sí mismos, en un vano intento de cubrirse de desnudez espiritual que abatió sobre ellos después que pecaron contra el Creador. Dios, sin embargo, no acepto tal iniciativa humana, al contrario, "Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió" (Génesis 3:21).
  Volvamos al joven rico: él se cree bueno y perfectamente capaz de realizar hechos y obras presumiblemente suficientes para salvarlo. ¿Será que el joven rico es realmente portador de merecimientos?  Él incluso puede entrar en la bienaventuranza de vida eterna demostrando como credenciales, sus obras? No, no puede, bajo ninguna circunstancia. En la próxima semana, continuaremos la reflexión.


                                                                         


jueves, 19 de mayo de 2016

"El Culto a Dios en la Perspectiva Bíblica" Presbítero José Mário Da Silva

 El ser humano, al ser creado a la imagen y semejanza de Dios, recibió el inusual privilegio de vivir glorificando al Señor, y prestarle continua alabanza y adoración. El pecado, sin embargo, alteró, sustancialmente, la orden originalmente establecida por el Creador. Soberano y controlador de todas las realidades, que trajo a la existencia por su poder y sabiduría, y no siendo tomado por sorpresa por absolutamente nada, Dios, en su presciente y decretiva mente, ya tenía, en los invisibles bastidores de la eternidad, decidido elaborar un glorioso plan de redención para su pueblo, en el cual toda la Trinidad participó: el Padre eligiendo; el Hijo redimiendo; el Espíritu Santo aplicando los efectos que Jesucristo realizó en la cruz del calvario en favor de sus electos.
 La obra de Jesucristo, perfecta en su esencia y eficaz en su impacto en la vida del hombre por ésta conseguido, restituye a quien fue alcanzado por la gracia salvadora, el privilegio de poder volver a adorar a Dios en espíritu y en verdad, en la meditación del Hijo, en el poder del Espíritu Santo, y de acuerdo con las prescripciones emanadas de as Sagradas Escrituras.
 A la luz de las Sagradas Escrituras, el culto es una convocación de Dios a su pueblo, y no una opción humana a ser elegida por nuestra pecaminosa voluntad. Basta que examinemos, con la debida atención, el salmo cincuenta, para determinar el carácter convocatorio del que se reviste el culto al Señor. El culto a Dios es un privilegio singular para el cristiano, que fue perdonado por Dios, y que volvió a disfrutar de la bendición de tener comunión con su Creador. En el culto, el cristiano alaba a Dios en la congregación; ora al Señor; oye la exposición de su Palabra; y crece en el conocimiento de Dios, que viene de la proclamación fiel de la Sagrada Escritura.
 El culto a Dios es prescrito por el propio Dios en su Palabra, de modo que los principios básicos que deben regir el culto público emanan del santo libro de Dios. En este particular, nuestros Símbolos de Fe son sumamente útiles y pedagógicos. En estos, sobretodo en la Confesión de Fe de Westminster, aprendemos que el culto presenta cinco elementos fundamentales: alabanza en la congregación, oración comunitaria, lectura de las Sagradas Escrituras, predicación expositiva de la Palabra de Dios y administración de los sacramentos del bautismo y de la cena de la alianza con el Señor.
 El culto público al Señor es tarea para ser desempeñada por los pastores y presbíteros, que son oficiales de la iglesia llamados por Dios para esa estricta finalidad. En el Antiguo Testamento, el culto era administrado por los sacerdotes, hombres maduros en la fe, con la vocación dada por Dios y separados para el santo oficio de dar culto Dios de forma como el Señor lo prescribió y como Él quiere ser adorado.
 El culto a Dios es un trabajo serio, en el cual todas las dimensiones constitutivas del ser humanos deben estar involucradas: intelecto, corazón y voluntad. En el excelente libro Principios Bíblicos de Adoración Cristiana (en portugués), el reverendo Hermisten Maia Pereira da Costa aborda, con singular pericia bíblica y teológica, el relevante asunto. Vale la pena conferir. SOLI DEO GLORIA NUNC ET SEMPER.

Traducción: Adriano Canuto y Celeste Ontivero Canuto.
                                       

                                                                                                        

viernes, 29 de enero de 2016

La Cena del Señor - James Boice


El segundo de los sacramentos protestantes es la cena del Señor, que Jesús instituyó en la noche anterior a su crucifixión. Este acontecimiento está registrado en cada uno de los evangelios sinópticos (Mt. 25:17-30; Mr. 14:12-26; Lc 22:7-23), pero el mejor relato y el más completo, lo encontramos en 1 Corintios en un pasaje en donde Pablo está tratando corregir algunos abusos que los creyentes están practicando en la iglesia de Corinto durante la cena del Señor. El pasaje es el siguiente:

"Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre;  haced esto todas las veces que la bebiereis en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa." (1 Co. 11:23-28).

La Cena del Señor es similar al bautismo, pues posee todos los elementos de un sacramento. Pero se diferencia del bautismo visto que el bautismo es un sacramento de iniciación (es el testimonio de una identificación primaria con Cristo, identificación sin la cual no es posible ser cristiano), mientras que la Cena del Señor es un sacramento continuo que debe ser observado una y otra vez (pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa) en el transcurso de la vida cristiana. Esta naturaleza de la cena del Señor se ve en su significado pasado, presente y futuro.

El significado pasado: Este significado pasado de la Cena del Señor claramente es resultante del uso de la palabra "memoria". En la Cena del Señor miramos al pasado, a la muerte del Señor. Ante todo, recordamos Su sacrificio expiatorio como nuestro sustituto. El pan partido representa el cuerpo partido de nuestro Señor, y el vino, representa Su sangre derramada. La expiación está relacionada con nuestro ser que ahora está bien con Dios. La sustitución significa que la expiación fue conseguida por la muerte de otro en nuestro lugar.

¿Por qué Jesús murió? La Biblia nos enseña que todos los que han vivido hasta hoy son pecadores, porque quebrantaron la ley de Dios y la paga por el pecado es la muerte. La Biblia nos dice: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno" (Ro. 3:10-12). Nos dice: "porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Ro.6:23). Esta muerte no es sólo física, si bien es cierto, pero también es espiritual. La muerte implica una separación. La muerte física es la separación del alma y del espíritu del cuerpo. La muerte espiritual es la separación del alma y el espíritu de Dios. Merecemos esta separación como una consecuencia de nuestro pecado. Sin embargo Jesús se convirtió en nuestro sustituto cuando experimentó la muerte física y espiritual en nuestro lugar.

Una ilustración viva de este principio vemos en los primeros capítulos de Génesis. Adán y Eva habían pecado y tenían ahora miedo de sus consecuencias. Dios los había advertido diciendo: "Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto  podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comiereis ciertamente morirás" (Gn. 2:16-17). Es posible que tuviesen una idea muy clara de lo que significaba la muerte, pero sabían que debía tratarse de algo muy serio. En consecuencia, cuando pecaron por su desobediencia, y luego escucharon la voz de Dios que se aproximaba en el jardín, intentaron esconderse.

Sin embargo nadie puede esconderse de Dios. Dios les habló y llamo para que salieran de su escondite y comenzó a tratar su transgresión. ¿Qué deberíamos esperar que sucediese como resultado de esta confrontación?. Aquí esta Dios que había dicho a nuestros primeros padres que en el día que pecasen en ese día morirían. Aquí están Adán y Eva caídos en pecado. Dadas las circunstancias, era de esperar la ejecución inmediata de la sentencia de Dios. Si Dios los hubiese matado en ese mismo momento, tanto física como espiritualmente, colocándolos fuera de Su presencia, habría hecho lo que era justo.

Pero no fue eso lo que sucedió. Al contrario, Dios primero los amonestó por haber pecado y luego ofreció un sacrificio. Como resultado, Adán y Eva fueron vestidos con piel de animales muertos. Fue la primera muerte que alguien presenció. Fue Dios quien lo realizó. Mientras que Adán y Eva lo presenciaban, debían estar aterrorizados. Sin embargo, mientras se escandalizaban por el sacrificio, al mismo tiempo estaban maravillados. Porque lo que Dios les mostraba era que aunque mereciesen morir, en el caso de estos animales, morirían en su lugar. Los animales pagaron el precio de su pecado y ellos fueron revestidos con las pieles de los animales como recuerdo del hecho.

Este es el significado de sustitución. Es la muerte de uno en lugar de otro. Sin embargo, debemos decir que según la enseñanza de la Biblia, la muerte de animales nunca puede pagar el castigo del pecado (Heb. 10:4). Este acontecimiento era sólo un símbolo sobre cómo se pagaría el pecado. El sacrificio real fue realizado por Jesucristo , y eso vemos en el culto cuando es celebrada la Cena.

También miramos hacia atrás y vemos algo que Jesús sugirió cuando habló del vino: "sangre del nuevo pacto" (Mr. 14:24) y "es el nuevo pacto en mi sangre" (1Co.11:25). Miramos hacia atrás hacia esa victoria en cuya base Dios ha establecido un nuevo pacto de salvación con su pueblo redimido. Un pacto es una promesa solemne confirmada por un juramento o una señal. Fue así cuando Cristo hablo de la copa como celebrando la conmemoración de un nuevo pacto. El estaba señalando a las promesas de salvación que Dios nos había hecho sobre la base de Su muerte. Esto viene sólo por su gracia.

El Significado Presente. La Cena del Señor tiene un significado presente. Primero, el sacramento es algo que participamos repetidas veces, recordando la muerte del Señor repetidas veces hasta que él venga. Segundo, es una oportunidad para examinar nuestras vidas a la luz de nuestra profesión de fe en su muerte. Pablo dice: "Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí". (1 Co. 11:28-29)

En el centro del significado presente de la Cena del Señor está nuestra comunión con Cristo. De ahí la expresión: "Culto de Comunión". Al participar de este culto el creyente cree que se reunirá con Cristo y tendrá comunión con él porque está siendo invitado por él. El examen tiene lugar porque sería una hipocresía aparentar estar en comunión con el Santo y mantener algún pecado en nuestros corazones.

La manera como Jesús está presente en el culto de Comunión ha sido tema de controversias y divisiones en la iglesia cristiana. Hay tres teorías. La primera es que Jesús no está presente, por lo menos no está más presente de la forma como está presente en todo lugar. Para quien sustenta este punto de vista, la Cena del Señor, tiene exclusivamente un carácter recordatorio. Es sólo un memorial de la muerte de Cristo. La segunda teoría es sustentada por la Iglesia Católica Romana. De acuerdo con esta teoría se supone que el cuerpo y la sangre de Cristo están literalmente presentes en la forma de pan y vino. Pero durante la misa, mediante las administraciones que realiza el sacerdote, estos elementos se modifican de manera que, aunque los adoradores perciben solamente pan y vino, están sin duda comiendo y bebiendo el cuerpo y la sangre de Jesús. Este proceso se llama transubstanciación. La tercera teoría, la que sustentaba Juan Calvino en particular, y otros reformadores, es que Cristo está presente en el culto de Comunión, pero espiritualmente y no físicamente. Calvino llamo a esto "la presencia real" para indicar que una presencia espiritual es tan real como una presencia física.

¿Qué tenemos que pensar sobre estas teorías? Para comenzar  debemos decir  que no puede haber ninguna oposición a la teoría de recordar, ya que es correcta. La cuestión es si hay algo más implicado además de la memoria., además del sólo recuerdo. La división fundamental consiste entre las posiciones de la mayoría de los reformadores y la doctrina de la Iglesia Católica Romana. Los que están a favor de una presencia física, literal (y Lutero fue uno de ellos, aunque no acepto la doctrina de la transubstanciación) argumentan que esta es una interpretación de las palabras de Cristo: "Esto es mi cuerpo" (Mr.14:22). Pero esto no es suficiente para esclarecer este asunto, porque dichas expresiones ocurren con frecuencia en la Biblia en sentido evidentemente figurativo o como representación de otra cosa. Por ejemplo:

"las siete vacas son siete años"(Gn.41:26) "Tú eres aquella cabeza de oro" (Dn.2:38) "El campo es el mundo" (Mt.13:38) "La roca era Cristo" (1Co.10:4) "Los siete candeleros de oro... son las siete iglesias" (Ap.1:20) "Yo soy la puerta de las ovejas" (Jn.10:7) "Yo soy la vid verdadera" (Jn.15:1)


Jesús estaba usando un lenguaje figurado y no un milagro de transubstanciación se evidencia en el hecho de que su cuerpo estaba presente mientras hablaba a sus discípulos. Ahora, su cuerpo resucitado está en el cielo.

Un motivo para tomar la presencia de Cristo en el sacramento como una presencia espiritual es que este es el sentido en que se debe entender cada una de las promesas sobre la presencia de Cristo con nosotros en ésta época en que vivimos. Bannerman escribió:

"Las promesas tales como 'he aquí yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo'; 'donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos'; 'he aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo'; y otras similares, dan pie para afirmar que Cristo mediante su Espíritu, está presente en las prácticas de fe del creyente transmitiendo su bendición y su gracia espiritual. Pero no hay nada que nos lleve a hacer una diferencia o distinción entre la presencia de Cristo en la Cena y la presencia de Cristo en otras prácticas, con respecto a dicha presencia. La eficacia de la presencia del Salvador puede ser diferente en el modo de distribuir más o menos gracia salvadora, de acuerdo con la naturaleza de la práctica, y la medida de la fe del creyente. Pero la forma que asume dicha presencia es la misma, siendo realizada mediante el Espíritu de Cristo y la fe del creyente".

Hay algunos versículos muy conocidos en el capítulo 6 de Juan que también nos hablan sobre la fe en Cristo y sobre alimentarnos espiritualmente de él, aunque no hablen literalmente sobre la Cena del Señor, ya que dicho sacramento no había sido instituido. "Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida" (Juan 6:53-55)

Si queremos sinónimos para "comer" y "beber", los encontramos en Juan 6 en la idea de creer (vv. 29, 35, 47), venir (v.35), ver (v.40), escuchar y aprender de él (v 45). Todos están indicando una respuesta a Jesús. Los términos comer y beber enfatizan que esta alimentación tiene que ser por una fe tan real como comer literalmente.

El Significado Futuro. El tercer significado de la Cena del Señor es futuro. Pablo dijo:"Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga" (1Co. 11:26). El Señor sugirió lo mismo cuando dijo a sus discípulos que estaban comiendo la última cena con él: "De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba de nuevo en el reino de Dios" (Mr.14:25).

Hablamos sobre la presencia real del Señor Jesucristo en el culto tal como lo conocemos ahora y buscamos responder a su llamado y servirlo. Estamos dispuestos a admitir que hay momentos en que esto es difícil y parece ser como que el Señor no está presente. Y sea por causa del pecado, de la fatiga o simplemente por falta de fe, Jesús a veces parece esta distante. Incluso si continuamos en nuestra vida y el servicio cristiano, anhelamos ese día en que le veremos cara a cara y seremos como Él (1 Juan 3:2). El culto de Comunión sirve para recordar ese día. Es una visión de la gran cena de las bodas del Cordero. Es para animarnos en la fe y para impulsarnos cada vez más alto en la santidad.


Traducción realizada por Adriano Canuto y Celeste Ontivero,  con el permiso de Projeto  Os Puritanos 
Artículo :  http://www.os-puritanos.com/#!A-Ceia-do-Senhor-»-James-Boice-/c21v1/8528FEEF-2E3F-4B29-A956-49C34CF7178C