Si usted nunca tuvo la costumbre de dar gracias por los alimentos, puede ser que tenga vergüenza por comenzar. Piense bien: no es ninguna vergüenza hacer lo que Cristo hizo. Antes usted debe avergonzarse de haber descuidado por tanto tiempo un deber cristiano. Y si el Hijo de Dios dio tan vigorosas gracias a Su Padre por los alimentos de pan de cebada y peces (Juan 6:9,11), ¿Cuán grandiosas gracias un pecador como usted debe rendir a Dios por tanta variedad de buenas y sabrosas provisiones? ¡Cuántos cristianos verdaderos se alegrarían en alimentarse con los pedazos que usted rechazó y encontrarían falta de algo que usted dejó en el plato! ¡Cuan arduamente otros trabajan por lo que comen, y usted tiene su alimento providenciado por otro, sin ninguna preocupación y trabajo para usted!"
♦Fuente: “A prática da Piedade” da Editora PES.
♦Traducción : Celeste Ontivero
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