Post Tenebras Lux

Post Tenebras Lux

lunes, 23 de febrero de 2015

Angustia del Infierno » Manoel Canuto


"Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen" (Hebreos 5: 7-9)

Este texto se refiere al sufrimiento y angustia de Jesús en el huerto del Getsemaní. Allí Su agonía y horror son indescriptibles. Jesús antes de orar al Padre, dijo a Pedro, Santiago y Juan : "Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo" (Mt. 26:38). No podemos penetrar profundamente en estas palabras, pero podemos imaginar que el Señor Jesús tuvo una visión anticipada de su terrible sufrimiento y su indescriptible agonía en la cruz del Calvario que se aproximaban, cuando sería abandonado por todos y por el propio Padre al punto de preguntar : " Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?. En aquella maldita cruz Jesús sufrió las angustias del infierno. En el Getsemaní Jesús sufrió anticipadamente las tristezas de su muerte, no solo la muerte física , sino la muerte eterna en lugar de sus ovejas. Ondas y olas pasaron sobre El: "Todas tu ondas y tus olas han pasado sobre mí" Sal. 42:7 b

Jesús no sólo sabía que Judas lo traicionaría - " Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar" (Sal. 41:9), - no sólo sabía que Pedro lo negaría, que el Sanedrín lo condenaría de forma injusta, que Pilato lo sentenciaría diciendo:" ... crucifícale", que sus enemigos se burlaban de el diciendo : "Profetiza, ¿quién es el que golpeó?" "; Jesús no sólo sabía que sería clavado y levantado por los soldados en una cruz infame, sino que también estaría cada vez más solo, que sus discípulos lo abandonarían y que su Padre le daría la espalda y que le derramaría el cáliz de su ira santa hasta la última gota ; Él sabía que Satanás y sus huestes lo asaltarían para que sea desviado del camino de la obediencia al Padre: "Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me ha cercado. Abrieron sobre mí su boca como león rapaz y rugiente "(Salmo 22: 12-13).

Jesús en toda su vida cargaba sobre sí el peso de la humillación, pero ahora el punto culminante de este estado de humillación se aproximaba. No es de extrañar que Jesús " tomando a Pedro , y a los dos hijos de Zebedeo" comenzó a "entristecerse y a angustiarse" , y les dijo "Mi alma está profundamente triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo" (Mt 26:37-38. "Velad conmigo", dijo Jesús. No es extraño verlo desear ayuda, conforte y ánimo en ese momento. Pero extraño es ver tanta tristeza, dolor de muerte y humillación, que causo al Padre en aquella hora, al verlo postrado sobre su rostro diciendo "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" enviándole un ángel para fortalecerle. ¡Que angustia! : "...era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra". ¡Que humillación!: ¿Quién es este tan débil que requiere una criatura para consolarlo y animarlo? ¿No es el el propio creador del mundo?- "Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Jn 1:3)

En cuanto a este cuadro el autor a los Hebreos dice : "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte". Jesús orando y suplicando nos señala su oficio sacerdotal, su obra sacrificial. Estas oraciones y súplicas revelan la profundidad de la agonía espiritual y física de Jesús : "gotas de sangre que caían hasta la tierra". Jesús cargó nuestros pecados y bebió la copa de la ira de Dios contra el pecado - "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él". (2 Co. 5:21). Jesús murió por pecadores y se puso delante de Dios como el mas impío de los pecadores. El estuvo solo, oró solo, bebió hasta la última gota de la copa de la ira de Dios solo, soportó, sufrió, sangró, y murió solo, para salvar a sus ovejas (Jn 10:11).

Jesús habló al Padre " con fuerte clamor y lágrimas, oraciones y súplicas". Su voz se hizo oír. Allí El moría la segunda muerte por nosotros, pecadores impíos (Ap. 2:11). No podemos comprender tal agonía - Por nosotros Jesús experimento el propio infierno ¿A quién dirige Jesús sus ruegos? "... al que le podía librar de la muerte". Este no fue un acto de ignorancia de Su Misión, o u acto de cobardía del Señor, porque sabía que fue para morir por miserables pecadores que había nacido; el sabía del Pacto hecho con el Padre desde la eternidad. Pero Jesús veía y sentía la agonía y los horrores de experimentar el abandono del Padre. Jesús oró para que la voluntad de Dios fuese hecha: "Padre, si quieres...pero no se haga mi voluntad sino la tuya (Lc 22:42). Jesús sabía que había sido comisionado para redimir a los elegidos.

¿Habría sido oída la oración de Jesús? Un ángel es enviado para fortalecerlo; era un mensajero del Padre, pero no se retira la agonía. El escritor de Hebreos dice " fue oído a causa de su temor reverente". Aquí está la respuesta. Jesús pidió que la voluntad de Dios prevaleciese; el Padre le señal la cruz y , en reverente obediencia, el Hijo se somete a Su voluntad .

Que maravillosa obediencia, que misericordioso amor del Redentor que "fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen".


¡Gloria al Redentor!


Manoel Canuto. Editorial de la Revista Os Puritanos, nº4, 2008.


1 comentario: